vii.- Problemas en el autobús

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—¡Acabo de firmar mi sentencia de muerte! —exclamo Rocío entrando a la cabaña 11—. Y posiblemente la de Jackson

—¿Qué hiciste ahora? —preguntaron los Stoll

—Me enrede en una misión

—¡Eso es genial! —dijo una campista

—¿Con quién ira mi hermanita? —consulto otro sondándose correctamente en un saco de dormir

—Con Annabeth, Grover y Jackson

—Espera ¿Qué harás qué? —intervino Luke pálido

—¿A dónde irán?

—Al inframundo

Todos ahogaron un grito y en menos de cinco minutos sobre todas las cabezas volaban objetos lanzados de un lado a otro, algunos campistas comenzaron a abrazar a la niña preocupados por el lugar que visitaría su "hermanita".

—¡Deténganse! —exclamo Luke haciendo que todos se quedaran quietos— ¡Dos filas ahora! Cada uno ayudara en la mochila para Rocío ¡Rápido!

Cada uno de los campistas en la cabaña hicieron lo ordenado por el rubio.

—¿Quieres que hable con Quirón? Lograre convencerlo de no enviarte a esa misión

—Voy a estar bien, Luke. Puedo hacer esto

—De eso no hay duda, pero ¿ir al inframundo? No creo que...

—No pasara nada, voy con Annabeth y Grover ¿qué podría salir mal?

—Si... no te pasara nada —dijo, pero sonaba como si intentara conversarse a sí mismo—... ¿Sabes que puedes enviarme un M.I. cuando quieras? Da igual la hora

—Lo sé, no tienes porque preocuparte


* * *


Diez minutos. Eso habían tardado los semidioses de la cabaña 11 y Lani (quien habia llegado buscando a su amiga y se encontró con el alboroto) en hacer una mochila para la misión y despedirse de la niña.

La mochila, que en realidad era la que había usado Luke para su misión, tenía varias cosas. Un cambio de ropa (escogido por Lani), un cepillo de dientes, una liga para cabello, una pequeña billetera con 70 dólares y 55 dracmas, un par de manzanas, dos botellas de agua, una cantimplora con néctar y un poco de ambrosia, unas latas de aluminio (petición de Rocío), una daga y un pequeño libro de arquitectura y diseño (petición de la menor).

Con respecto a su apariencia, Rocío tenía el cabello atado en su típica trenza, usaba una camiseta del campamento ligeramente teñida de rosa (culpa de Lani), unos shorts y sus zapatillas favoritas color granate. Tenía la daga escondida en la manga y, obviamente su adorado arco con varias flechas

Echando un último vistazo a los campos de fresas, el océano y la Casa Grande, subió la colina mestiza hasta el pino de Thalia.

Quirón la esperaba sentado en su silla de ruedas. Junto a él estaban los demás y Argos, el jefe de seguridad del campamento. Tenía ojos por todo el cuerpo, así que era imposible sorprenderlo. No obstante, hoy llevaba un uniforme de chófer y sólo se veían unos pocos ojos en manos, rostro y cuello.

—Solo faltabas tú —dijo Annabeth cuando la vio

—Si, bueno. Algunos de mis hermanos casi se largan a llorar —comento con cierta burla al recordar que varios se habían secado las lágrimas al abrazarla—. Y además de que no me dejaban de abrazo

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