xii.- La mortal atracción del amor

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El sol se hundía tras las montañas cuando encontraron el parque acuático. A juzgar por el cartel, originalmente se llamaba «WATERLAND», pero algunas letras habían desaparecido, así que se leía: «WAT R A D».

La puerta principal estaba cerrada con candado y protegida con alambre de espino. Dentro, enormes y secos toboganes, tubos y tuberías se enroscaban por todas partes, en dirección a las piscinas vacías. Entradas viejas y anuncios revoloteaban por el asfalto. Al anochecer, aquel lugar tenía un aspecto triste y daba escalofríos.

—Si Ares trae aquí a su novia para una cita —dijo Percy mirando el alambre de espino—, no quiero imaginarme qué aspecto tendrá ella.

—Si Lani te escuchara, ya estarías junto a Hades

—Percy —avisó Annabeth—, tienes que ser más respetuoso

—¿Por qué? Creía que odiabas a Ares.

—Sigue siendo un dios. Y su novia es temperamental.

—Muy temperamental —Rocío destaco el "muy" con una sonrisa burlona

—No insulten su aspecto —añadió Grover.

—¿Quién es? ¿Equidna?

—No; Afrodita... —repuso Grover y suspiró con embeleso e ignorando las carcajadas de Rocío—. La diosa del amor.

—Pensaba que estaba casada con alguien —dijo Percy—. ¿Con Hefesto?

—¿Y qué si fuera así?

—Bueno... ¿Y cómo entramos?

Maya! —al punto surgieron las alas de los zapatos de Grover.

Voló por encima de la valla, dio un involuntario salto mortal y aterrizó en una plataforma al otro lado. Se sacudió los vaqueros, como si lo hubiera previsto todo.

—Vamos, chicos

Percy tomo impulso y escalo de la manera tradicional, aguantando uno a otro el alambre de espino para pasar por debajo.

—¿No vienen? —pregunto al notar que sus amigas seguían paradas donde mismo

—Claro, solo dame un segundo —dijo Rocío tomando un pequeño alambre del piso—. Este truco lo sé desde hace años. Solo tienes que... ¡Listo!

En cuestión de segundos, Rocío había abierto el candado de manera limpia y esta entrando junto a Annabeth con sonrisas burlonas

—¿Podías hacer eso y dejaste que pasara por los alambres?

—Mira el lado positivo, estamos dentro ¿no?

El hijo de Poseidón negó con la cabeza, pero intentando ocultar la sonrisa divertida que tenía.

Las sombras se alargaron mientras recorran el parque, examinando las atracciones. Pasaron frente a la Isla de los Mordedores de Tobillos, Pulpos Locos y Encuentra tu Bañador. Ningún monstruo los atacó y no escucharon el menor ruido.

Encontraron una tienda de souvenirs que había quedado abierta. Aún había mercancía en las estanterías: bolas de nieve artificial, lápices, postales e hileras de ropa

—Ropa —dijo Annabeth—. Ropa limpia.

—Sí —dijo Percy—. Pero no puedes ir y...

—Míranos —respondió Rocío yendo hacia la tienda acompañada de Annabeth

Agarraron una hilera llena de cosas y desaparecieron en el vestidor. A los pocos minutos, Rocío salió con unos shorts azules con una pequeña ballena al lado, una camiseta roja de Waterland y sus zapatillas granates.

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