v.- Regalos para romper reglas

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Rocío no podía odiar más a Tántalo.

Los condenó a los cuatro (Percy, Annabeth, Rocío y Tyson) a patrullar por la cocina, o sea, a fregar platos y cacharros toda la tarde en el sótano con las arpías de la limpieza. Las arpías lavaban con lava, no con agua, para obtener aquel brillo súper limpio y acabar con el 99,9% de los gérmenes. Así que los semidioses tuvieron que ponerse delantal y guantes de asbesto.

A Tyson no le importaba; sumergió sus desnudas manos y empezó a fregar, pero los niños tuvieron que soportar durante horas aquel trabajo peligroso y sofocante, especialmente porque había toneladas de platos extra. Tántalo había encargado a la hora del almuerzo un banquete especial para celebrar la victoria de Clarisse: una comida muy completa que incluía pájaros del Estínfalo fritos a la paisana.

Percy y Annabeth hablaban sobre el sueño del chico sobre Grover, pero Rocío parecía estar metida en su propio mundo.

En su mente se repetía una y otra vez lo que había visto durante la carrera.

«¿Quién era ese chico?» esa y miles de preguntas más corrían por el cerebro de la menor. Sabía que debía contárselo a alguien, pero ¿a quién? Quirón no tenía buena señal (ya lo había intentado), Lani había comenzado a fantasear con Malcolm Pace (un hijo de Atenea) y Rocío no quería arruinar esa felicidad, y Annabeth estaba hablando con Percy, ya no tenía opciones.

Sus hermanos no sabían nada, solo los hijos de Iris y algunos campistas de la cabaña 11 sabían que, cuando estaba molesta, sus ojos se volvían mini fogatas (cosa que ella no sabía antes), pero eso era todo.

Comenzó a extrañar a Luke más que nunca.

—Rocío —la llamo Annabeth—. Dale una pista

—¿De qué hablan? —pregunto la castaña saliendo de sus pensamientos

Annabeth rodo los ojos y le resumió la conversación lo más que pudo en susurros.

>>Ah, vale. ¿Qué es lo que consigues cuando despellejas a un carnero?

—¿Montar un estropicio? —respondió Percy

—También, pero me refiero a un vellón. La piel del carnero se llama vellón o vellocino, y si resulta que ese carnero tiene lana de oro...

—El Vellocino de Oro. ¿Hablas en serio?

—Percy, ¿te acuerdas de las Hermanas Grises? Dijeron que conocían la posición de lo que andabas buscando, y mencionaron a Jasón. También a él le explicaron hace tres mil años cómo encontrar el Vellocino de Oro. Conoces la historia de Jasón y los Argonautas, supongo

—¡Sí! Esa vieja película con los esqueletos de arcilla

Rocío resoplo ocultando una carcajada

—Sesos de alga —murmuro divertida. El comentario de Percy le hizo olvidar lo que había pasado por unos segundos

—¡Oh, dioses, Percy! Eres imposible.

—¿Cómo era, pues?

—Escúchame bien. La verdadera historia del Vellocino de Oro trata de dos hijos de Zeus, Cadmo y Europa, ¿sí?, que iban a convertirse en víctimas de un sacrificio humano y suplicaron a su padre que los salvara. Zeus envió un carnero alado con lana de oro, que los recogió en Grecia y los trasladó hasta Cólquide, en el Asia Menor. Bueno, en realidad sólo trasladó a Cadmo, porque Europa se cayó en el trayecto y se mató. Pero eso no importa.

—A ella si le importaría... —dijeron Percy y Rocío al mismo tiempo

—La cuestión, ¡chicos!, es que cuando Cadmo llegó a Cólquide, ofrendó a los dioses el carnero de oro y colgó el vellocino en un árbol en mitad de aquel reino. El vellocino llevó la prosperidad a aquellas tierras; los animales dejaron de enfermar, las plantas crecían con más fuerza y los campesinos obtenían cosechas abundantes. Las plagas desaparecieron, y por eso Jasón quería el vellocino, porque logra revitalizar la tierra donde se halla. Cura la enfermedad, fortalece la naturaleza, limpia la polución atmosférica...

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