xx.- Se acabo el verano

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Siendo los primeros héroes en volver al campamento desde Luke, todo el mundo los trataba como celebridades de algún reality show.

Como la tradición dictaba, les pusieron coronas de laurel en el gran festival organizado por su honor, y después dirigieron una procesión hasta la hoguera, donde debían quemar los sudarios que nuestras cabañas habían confeccionado en nuestra ausencia

La mortaja de Annabeth era bonita, seda gris con lechuzas de plata bordadas

—Es una pena que no te entierren con ella —comento Percy

—¡Cierra el pico! —le respondió Annabeth golpeándolo

—La mejor frase para coquetear, ojitos marinos —añadió Rocío rodando los ojos divertida

Como Percy era hijo de Poseidón, no había nadie en su cabaña, así que la de Ares se había ofrecido voluntaria para hacer la suya. A una sábana vieja le habían pintado una cenefa con caras sonrientes con los ojos en cruz, y la palabra «PRINGADO» bien grande en medio.

—Sera genial quemarla —dijo el pelinegro

—Pensamos igual... ¿debería asustarme? —pregunto fingiendo preocupación

—Muy graciosa, princesita

La mortaja de Rocío era... especial, había sido confeccionada por los campistas de Hermes y Lani (en total más de 20 personas). Había sido confeccionada con una tela blanca, unos pequeños bordados desiguales de todos los colores del arcoíris, en el centro había pintado un caduceo con un arcoíris. Tenía algunas pequeñas manchas de salpicaduras de lo que parecía ser pintura, pero tenían el aspecto de haber sido por error, le habían puesto varios parches de distintas formas como nubes, corazones, algunas coronas y lo que parecían mariposas.

A la niña le dio mucha ternura ver como se habían esforzado sus hermanos.

—No la quiero quemar —se quejó la castaña

—Esta linda, sí entrecierras los ojos —dijo en broma

—Ok, tomare venganza. Duerme con un ojo abierto


* * *


El 4 de julio, todo el campamento se reunió junto a la playa para asistir a unos fuegos artificiales organizados por la cabaña 9, generalmente ayudaban algunos Iris, pero Rocío decidió no participar ese año. Dado que lo organizaban los hijos de Hefesto, no se conformarían con unas cutres explosioncitas rojas, blancas y azules.

Habían anclado una barcaza lejos de la orilla y la habían cargado con cohetes tamaño misil. Los disparos eran tan seguidos que parecerían fotogramas de una animación. Al final aparecería una pareja de guerreros espartanos de treinta metros de altura que cobrarían vida encima del mar, lucharían y estallarían en mil colores.

Mientras Annabeth, Percy y Rocío extendían la manta de picnic, apareció Grover para despedirse. Vestía sus vaqueros habituales, una camiseta y zapatillas, pero en las últimas semanas tenía aspecto de mayor, casi como si fuera al instituto. La perilla de chivo se le había vuelto más espesa. Había ganado peso y los cuernos le habían crecido tres centímetros, así que ahora tenía que llevar la gorra rasta todo el tiempo para pasar por humano.

—Me voy —dijo—. Sólo he venido para decir... Bueno, ya saben

Rocío sonrió y le dio un gran abrazo mientras le decía que se cuidara y que debía enviarle un Mensaje Iris si pasaba algo.

Annabeth le dio un abrazo y le recordó que no se quitara los pies falsos.

—¿Dónde comenzaras la búsqueda?

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