viii.- Cuidado donde compras donuts

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—¡El termo! —grito Percy mientras se precipitaban hacia el agua.

—¿Qué?

Rocío, siendo sujetada por Tyson, logro abrir el petate y pasárselo al chico

—¡Preguntas al final del recorrido, Annabeth! —exclamo la castaña

Las flechas y jabalinas silbaban a su alrededor.

—¡Sujétense bien!

—¡Ya estamos sujetas! —aulló Annabeth

—¡Más fuerte!

—¡Te están diciendo ya! —grito la castaña

Tyson sujeto a Percy, a Annabeth y a Rocío de la camiseta, y Percy le dio un cuarto de vuelta al termo

Al instante emitió un chorro de viento que los propulsó lateralmente y convirtió la caída en picada en un estrepitoso aterrizaje en un ángulo de cuarenta y cinco grados.

El viento parecía reírse mientras salía del termo, como si se alegrara de liberarse por fin. Al impactar con la superficie del agua, rebotaron una, dos veces, como una piedra lanzada al ras, y de repente salieron zumbando como en una lancha motora, con el agua rociándoles la cara y sin otra cosa en el horizonte que el mar abierto

Escucharon un clamor furioso en el barco, pero ya se hallaban fuera del alcance de sus disparos. El Princesa Danais se convirtió enseguida en un barquito de juguete y desapareció.


***


Mientras se deslizaban a toda velocidad por el agua, Annabeth y Percy intentaron enviarle un mensaje Iris a Quirón. Pensaban que era importante explicarle a alguien lo que se proponía Luke, y no sabían en quién más confiar. Por otro lado, Rocío se abrazaba a sí misma, no podía comenzar a contar lo que le había estado pasando, según ella, era más importante lo que iban a decir Percy y Annabeth

A aquella velocidad, el bote levantaba una fina cortina de agua y la luz se descomponía en un arco iris al atravesarla: eran las condiciones ideales para enviar un mensaje Iris, aunque la cobertura era bastante mala. Annabeth arrojó un dracma de oro a la cortina de agua y Percy rezo para que la diosa del arco iris les mostrara a Quirón. Apareció, su cara sin problemas, pero había una extraña luz estroboscópica y una música de rock atronando en segundo plano, como si estuviese en una discoteca.

Se lo contaron todo: la salida furtiva del campamento, Luke y el Princesa Danais, el ataúd de oro con los restos de Cronos... Pero entre el ruido que había de su lado y el zumbido del viento y del bote surcando las olas, no sabían si había entendido todo.

—Percy —chilló Quirón—, tienes que tener cuidado con...

Su voz quedó ahogada por un gran griterío alzado a su espalda: un montón de voces aullando en plena juerga como guerreros comanches.

—¿Qué? —grito el niño

—¡Maldita parentela! —tuvo que agacharse para esquivar un plato que pasó por encima de su cabeza para ir a estrellarse fuera del campo visual—. ¡Annabeth, no deberías haber permitido que Percy saliera del campamento! Pero si consiguen el vellocino...

—¡Sí, pequeña! —chillaba alguien que tenía detrás—. ¡Wow, wow!

Alguien subió la música y puso los bajos tan a tope que hasta el bote vibraba.

—... Miami —gritaba Quirón—. Trataré de vigilar... ¡Cuiden a Rocío! Ella...

La nebulosa pantalla se desintegró como si alguien del otro lado le hubiese arrojado una botella, y Quirón se evaporó.

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