x.- A Percy le dan ganas de comer lechuga

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Sentía los rayos de sol golpear su cara, Percy abrió un poco los ojos. Estaba en un bote de remos con una vela improvisada con la tela gris de un uniforme confederado. Rocío, sentada a su lado con una pequeña botella en la mano

—¡Santa Hestia! —exclamo la menor al ver como Percy abrió los ojos de repente—. ¡No me asustes!

—Perdón —intento reincorporarse y sentarse, pero se sintió mareado

—Si, sobre eso... quédate así —ordeno empujándolo por los hombros para que se recostara

—Pero no quiero —intento levantarse

—No pregunte si querías —insistió la menor, esta vez sujeto las manos del chico por sobre su cabeza—. Debes descansar, te hará falta, Mathaios

—¿Cómo me llamaste?

Rocío soltó de golpe a Percy al darse cuenta de que nombre se le había salido

«¿Enserio lo llame...? ¡Eres idiota, Rocío!» se regañó mentalmente

—E-eh... yo... Quise decir... Me confundí, fue un pequeño error —se excuso

—¿Quién es Mathaios? —pregunto sentándose

—Un conocido... Nadie importante

—Ya, claro —acepto Percy sin creer esa mentira—. ¿Y Tyson...?

—No lo sé. Debe haber sobrevivido, él es fuerte —quiso animarlo

Las olas rompían contra el bote. Rocío le enseñó algunas cosas que había logrado salvar del agua: el termo de Hermes (ahora vacío), una bolsa hermética llena de ambrosía, un par de camisas de marinero, una botella de SevenUp y el bote de vitaminas de Hermes que había sido lo único que había salvado de su mochila, y su bolígrafo/espada

—Tendré que decirle a Quirón sobre eso —murmuro. Rocío asintió mientras miraba el mar.

Navegaron durante horas. Ahora que estaban en el Mar de los Monstruos, el agua relucía con un verde todavía más brillante, como el ácido de la hidra. El aire era fresco y salado, pero tenía además un raro aroma metálico, como si se aproximara una tormenta eléctrica, o algo aún más peligroso.

Sin importar en qué dirección estuvieran, el sol siempre les daba en la cara. Compartieron unos sorbos de SevenUp y utilizaron la vela por turnos para tener un poco con su sombra. También hablan del último sueño de Percy con Grover.

Según Rocío, tenían menos de veinticuatro horas para encontrarlo, y eso dando por supuesto que el sueño fuese fiable y que Polifemo no cambiara de idea e intentara casarse antes.

—Sí —dijo Percy amargamente—. Nunca puedes fiarte de un cíclope.

—A mí me caía bien, ojitos marinos.

—Rocío, ¿Cuál es la profecía de Quirón?

Ella frunció los labios.

—Ojitos marinos, no...

—Ya sé que Quirón prometió a los dioses que no me lo diría. Pero tú no lo prometiste, ¿verdad? Tú debes conocerla

—Cada vez que un héroe se entera de su futuro intenta cambiarlo, y nunca funciona

—Los dioses están preocupados por algo que haré cuando crezca —aventuro—. O sea, cuando cumpla los dieciséis. ¿Es eso?

—No conozco la profecía entera...

—Lo que sepas —pidió poniendo un puchero al que la castaña no se pudo negar

—Sé que alerta a los dioses sobre un mestizo de los Tres Grandes: el próximo que viva hasta los dieciséis años. Ésa es la verdadera razón de que Zeus, Poseidón y Hades hicieran un pacto después de la Segunda Guerra Mundial y de que juraran no tener más hijos. El siguiente hijo de los Tres Grandes que llegue a cumplir los dieciséis se convertirá en un arma peligrosa.

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