xii.- Estadía en el Hotel Plaza

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Percy apareció en la terraza del Hotel Plaza con Will Solace.

Rocío estaba tendida en una tumbona, con la cara pálida y perlada de sudor. Estaba cubierta por mantas, pero no dejaba de tiritar. Lani se encargaba de secarle la frente con un paño frío, Percy supuso que era de ella debido a lo bonito que era, y Annabeth estaba sentada junto a ella sujetando sus manos.

Will y Percy se abrían paso entre la aglomeración de campistas de Hermes. Will se apresuró a quitarle los vendajes a Rocío para examinar la herida. Percy sentía como sus piernas estaban hechas de gelatina. La hemorragia había cesado, pero el corte parecía muy profundo y la piel de alrededor tenía un espantoso tono verde.

—Stellina... —murmuró con voz apenada.

—Tendría que haberme imaginado que el puñal tendría veneno —masculló con una sonrisa burlona.

Will suspiró.

—No es tan grave, Rocío. Unos minutos más y lo habríamos tenido complicado, pero el veneno aún no ha pasado del hombro. No te muevas. Que alguien me dé un poco de néctar.

Percy tomó una cantimplora antes de que Annabeth lo hiciera. Will limpió la herida con la bebida divina mientras Percy le sujetaba la mano que no estaba tocando Annabeth.

—Uf —masculló—. ¡Eso duele!

Le agarraba con tanta fuerza que los dedos se me pusieron morados, pero se mantuvo inmóvil como Will le había pedido. Lani le susurraba para darle ánimos. Will aplicó pasta de plata en la herida y canturreó unas palabras en antiguo griego: un himno a Apolo. Luego le cambió el vendaje y se incorporó tembloroso.

La curación debía de haberle consumido un montón de energía. Estaba casi tan pálido como Annabeth.

—Con esto debería bastar —dijo—. Pero vamos a necesitar algunas medicinas mortales. —Tomó una hoja del hotel, garabateó unos nombres y se la entregó a los chicos de Hermes—. Hay una farmacia Duane Reade en la Quinta. Normalmente, no me atrevería a robar...

—Yo sí —dijo Travis recibiendo la hoja de uno de sus hermanos.

Will le lanzó una mirada feroz.

—Deja dinero o unos dracmas para pagar, lo que lleves encima, pero es un caso de urgencia. Y me temo que vamos a tener que tratar a mucha más gente.

—Desocupen los bolsos que encuentren, tenemos que saquear una farmacia —ordenó Connor

—¡Visitar! —le corrigió Travis con la mirada mortal de Will encima—. La vamos a visitar.

Los semidioses se retiraron lentamente. Jake Mason agarró del hombro a Percy al marcharse.

—Luego hablamos, pero está todo controlado —le dijo—. Estoy usando el escudo de Annabeth para mantener la vigilancia. El enemigo se ha retirado al amanecer; no sé muy bien por qué. Tenemos un centinela en cada puente y en cada túnel.

—Gracias, amigo —contestó.

Asintió.

—Tómate tu tiempo.

Cerró las puertas de la terraza al salir, dejándolo con Lani, Silena, Roçio y Annabeth.

Lani le aplicó otra vez un paño húmedo en la frente.

—La culpa es mía —musitó Silena, que hasta ese minuto se había mantenido apartada.

—¿Te disfrazaste de Ethan y no me enteré? —se quejó Rocío—. Tú no tenías el arma.

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