El silencio es el fiel testigo de que la soledad hiere profundamente.
N. O
Alma número dos
«¿Y si decidiera venir hoy?»
Mis nervios se encuentran a flor de piel este primero de mayo. Cuando el otoño asoma sus feroces vientos helados y las paredes de mi departamento sufren las consecuencias de una fuerte humedad a causa de las lluvias torrenciales.
Son muchas cosas las que he aprendido este año; cada clase social tiene sus propias y auténticas desventajas. Y no lo hubiera aprendido de no haber cortado toda relación con "él" y su venerada fortuna el enero pasado.
Mudarme a la ciudad para dedicarme a mis investigaciones y distanciarme lo más posible de "él", lo consideró la decisión más sensata que he tomado en mi vida. Una decisión que, obligadamente, tuve que retrasar durante años a causa de mi juventud y dependencia económica.
A mis veinticuatro años me enfrento a problemas que la mayoría de las personas consideran pesares de cada día: tomar un transporte público; solía creer que los asientos alcanzaban para todo el mundo, cocinar; algunos ingredientes se queman con demasiada facilidad, y las relaciones sociales; son extremadamente complicadas. Más aún cuando la rareza se asoma con demasiada habitualidad en tu personalidad, como lo es en mi caso particular.
En resumen: dejar de ser una persona con altos atributos capitales es algo complicado de remar.
Esta mañana me esfuerzo por mantener mis sentidos despiertos, esperando, sufriendo aquel sentimiento de inquietud que no se ha apartado de mí desde el primer momento en que comencé a huir de "él". Pero su aparición ya es un acontecimiento inevitable.
Aquel hombre, cuya visita es temida por cada célula de mi cuerpo, es alguien a quien la mayoría de las personas llaman padre. Yo jamás lo hice, ni jamás lo haré. Para mí, él es Michael Omet, el hombre de léxico fluidamente cautivador que es admirado por muchos. Y realizaba, con mucha suerte, tres llamadas por año para informarse sobre mi estado de salud y averiguar brevemente sobre la vida de su hija.
Siento que en cualquier momento voy a derrumbarme. No es que tema que él pueda arrastrarme de nuevo a sus órdenes y condiciones, es algo mucho más complicado que eso.
Observó nerviosamente a mi alrededor temiendo que él pueda materializarse de la nada misma.
Cuando menos lo noto, ya he limpiado el departamento alrededor de tres veces, he caminado por cada rincón y he abierto y cerrado las ventanas sin ningún motivo. Y, al intentar convencerme de que mis nervios son únicamente causados por un presentimiento erróneo, él aparece.
ESTÁS LEYENDO
Lux: Hospital para monstruos ✔️
FantasyMarcus busca a la joven que fue su gran amor en su vida pasada. Axel busca amar y proteger a su prometida alma gemela. Nahomi puede representar a la mujer que ambos están buscando. *************************** ¿Qué harías si supieras que alguien cerc...