26. El pasado y la visión de Erick

234 42 26
                                    


Se recomienda escuchar la música para disfrutar de una mejor manera la lectura de este capítulo. 


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Las casualidades de la vida suelen representar los mejores acontecimientos de la existencia. Que maravilloso suena decir: "Conoci al amor de mi vida por casualidad". Y ponerte a recordar con sumo regocijo esas pequeñas acciones que te llevaron a ese momento exacto.

Pero, como todo en la vida, hay dos caras totalmente opuestas. Las casualidades también pueden personificar aquellas acciones insignificantes que, de no haberlas cometido, no hubiésemos arruinado nuestra propia felicidad.

Samantha era medianamente feliz. Estaba consciente de las dificultades que involucran poseer una belleza que trae consigo un precio de sangre y muerte. Ella es un ser frío; todo ser pálido conoce las ventajas y desventajas de desear una relación sentimental cuando casi todo el mundo anhela únicamente tu cuerpo a causa de tu atractivo. Quizás por eso ella disfrutaba tanto el hecho de asesinar de manera impía a sus amantes.

Samantha tiene sus propios problemas con relación a los sentimientos, y esos problemas tienen nombre y apellido:

Marcus Solluna.

Recuerda muy bien aquella noche de verano en que conoció a Marcus. Con anterioridad había saciado su sed de vida y a su vez decidido que quería una noche con algún ser frío. Así que se dirigió a un popular bar que, como ya estaba al tanto, tiene por clientes exclusivamente a seres fríos. En aquel bar, extraordinariamente lujoso y visitado, no se bebe literalmente. Las bebidas no son más que accesorios en la fachada de parecer humanos. 

Porque eso son los fríos: una imitación de humanos con perfectas facciones que te sonríen con encanto antes de decidir si quieren más tu sangre o tu rostro sonriendo estúpidamente ante sus habilidades de seducción.

Samantha llegó al susodicho bar. Pidió una copa y se dedicó a observar a los caballeros presentes. Era una tarea aburrida y casi rutinaria, no había mucho que pensar. El hecho de tener que escoger entre algo perfecto superficialmente o algo exactamente igual pero con diferentes rasgos, prácticamente le quita la diversión a la elección en sí. Ella prefiere a los hombres humanos, mayormente son ilusos, habladores y genuinamente cálidos. Pero esa noche en particular buscaba algo peculiar, y estaba a punto de rendirse hasta que lo vio: Marcus.

Lo primero que llamó la atención de Samantha fue el cabello de Marcus, ese cabello tan negro como la mismísima oscuridad y esos bucles perfectos delataban impureza de sangre. Sus ojos celestes extraordinariamente cálidos sin duda alguna robaban la atención en su semblante inexpresivo. Pocos segundos pasaron hasta que Samantha decidiera que Marcus era un hombre extraño, un frío extraño. A diferencia de los demás seres pálidos él no parecía emanar ese carácter seguro que alberga toques de ego y presunción. Al contrario, más bien parecía inseguro, o perdido; extraordinariamente difícil de interpretar.

Lux: Hospital para monstruos ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora