28. Peticiones y confesiones

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El que quiere ser obedecido debe saber mandar.

Maquiavelo

Él alguna vez llegó a imaginar que podría acostumbrarse a ese sensación; el silencio, la inseguridad, el miedo y la incertidumbre

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Él alguna vez llegó a imaginar que podría acostumbrarse a ese sensación; el silencio, la inseguridad, el miedo y la incertidumbre.

No sucede a menudo, pero es inevitable no sentirlo. En algún momento tiene que rendir cuentas ante la cabeza del temido grupo de infortunados. 

Si su corazón aún emitiera latidos, seguramente podría escucharlos ante semejante carencia de sonidos. En medio de la nada, en una habitación completamente blanca y vacía, es difícil relajarse. Mucho más teniendo en cuenta que su aparición es impredecible y peligrosa.

Cierra los ojos con fuerza y mantiene la cabeza en alto. Si aún necesitase respirar, estaría hiperventilando de ansiedad. Ahora la preocupación que azota su cuerpo únicamente puede reflejarse a través de su semblante pálido.

—Buenos días —saluda una vez desde ningún lugar. Porque así es, porque jamás puedes saber de donde proviene.

Él intenta mantener la serenidad. Teme abrir los ojos y su voz se niega a salir de su garganta.

—Puedes abrir los ojos, Harry —ordena la voz que, a cada palabra que expresa, varía entre masculina y femenina. Pero siempre manteniendo un tono de diversión que parece no tener cabida en esta situación.

Harry abre los ojos. Y, como en cada ocasión que ha debido presentarse ante Él-o-ella, no ve a nadie. Es como si él estuviese solo en un espacio blanco de únicamente cuatro paredes, sin puertas ni ventanas.

—Vaya —opina la voz  —, veo que la inmortalidad de ser frío te sienta bien. ¡Pero que modales los míos! No te he ofrecido nada para beber. Dime, ¿qué deseas? 

A Harry en realidad no le apetece nada. Pero, en un abrir y cerrar de ojos, se encuentra sentado sobre un cómodo sofá cama y entre sus manos sostiene una taza de café negro. 

—Se que a los fríos les gusta el café —comenta Él-o-ella —. Es una de las pocas bebidas de las cuales pueden sentir su sabor.

—Gracias —murmura Harry sin atreverse a levantar la vista nuevamente.

—Muy bien, muy bien, muy bien. Escuché que deseabas hablar conmigo, Harry.

—Quiero saber —responde Harry —. Nadie me ha dicho nada de los avances que se me prometieron.

—Por supuesto que no te dijeron nada —replica Él-o-ella con ironía —. Yo esperaba tener todo listo para informarte. No quiero darte resultados a medias, ¿comprendes?

 —Lo comprendo —asegura Harry. Y la taza de café se rompe entre sus manos ante su poco control sobre su nueva fuerza sobrenatural —. Lo lamento —se disculpa de inmdiato.

—Está bien, Harry, está bien —afirma con una risita —. De hecho, te aseguro que yo te comprendo. Es lógico que anheles algún resultado. Así que, cómo has sabido cumplir sin cuestionarme bajo ninguna circunstancia, te mostraré avances del proyecto.

Lux: Hospital para monstruos ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora