43. La melodía de las almas afines

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¿Qué nos pasó? ¿Fuiste o fui yo? Cuánto le debía al destino, cuánto que contigo se cobró.

Con la falta que me haces (Reik)

Con la falta que me haces (Reik)

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Alma número dos

—¿A dónde vamos? —pregunta Marcus por tercera vez.

—Lo verás cuando lleguemos. —Insisto en ocultar nuestro lugar de destino.

Me siento emocionada y extrañamente feliz. No creí que verdaderamente podía obtener este suceso que podría representar algo tan valioso para ambos. Y me alegra enormemente que Marcus haya decidido acompañarme a pesar de que transcurre momentos dolorosos en su vida.

—No me gusta las sorpresas —menciona Marcus con cierta inquietud en su voz —. El hecho de no saber qué esperar no me da tranquilidad.

—¿No basta con saber que no es algo malo?

—No. Definitivamente no.

Sonrió ante su negativa. Y finalmente reveló:

—De acuerdo, te diré. Conseguí una cita con alguien que podría darnos respuestas sobre nuestras complicadas... vidas pasadas.

Marcus detiene sus pasos. Me giro para verlo y hallo en él cierta luminosidad en su mirar que no logró interpretar hasta que sus labios se curvan una sonrisa.

—¿De verdad? —vacila con una palpable emoción —¿Y quién es?

—Ya la conocerás —aseguró —. Espero que de verdad pueda ayudarnos con todo esto.

El sol del mediodía luce inoportunamente radiante y sin posibles nubles a destino. Así que Marcus se ve obligado a cargar una sombrilla negra sobre su cabeza que, naturalmente, hace a la gente cuestionarse qué clase de persona lleva dicha sombrilla ante los débiles rayos solares de invierno. Por suerte nuestro camino nos conduce fuera la ciudad.

—Marcus —habló sin dejar de pensar en ello —. ¿Es verdad que le dijiste a tu abogada que no apelará más contra tu sentencia?

—Así es.

—Entonces, ¿irás a prisión? —cuestiono temerosa de su respuesta.

—No —niega él con franqueza —. No iré.

—No lo entiendo. Entonces, ¿planeas huir una vez transcurrido tu año de libertad?

—No, claro que no.

—¿Qué? Pero... No comprendo. Sí no vas a huir, y tampoco irás a prisión, ¿qué harás entonces?

Él no me contesta. Me dirige la mirada por un segundo y luego aparta la vista para después decir:

—Prefiero no discutir eso en este momento. Por cierto, ¿qué tan lejano es el lugar a dónde vamos?

—No tanto —respondó sin dejar de pensar lo dicho por él —. Pero conozco bien el camino.

Lux: Hospital para monstruos ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora