27. Tú no lo hiciste

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A cada momento necesito recordarme a mí mismo qué he de respirar, que ha de seguir palpitándome el corazón.

Cumbres borrascosas


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Hace frío. Y no es que me desagrade el frío, el invierno es de mis estaciones favoritas, pero este frío es diferente. La temperatura en los pasillos del edificio departamental donde resido es insoportablemente helada.

 Nunca se había sentido así. 

Eso significa puede significar dos cosas: Que hay una excesiva cantidad de seres fríos en el edificio, ya que los seres fríos en cantidad pueden causar una pesadez helada en el ambiente. Pero eso sería poco habitual, ya que Marcus y su novia son los únicos fríos que residen de forma permanente aquí.

La segunda opción, que está a punto de ocurrir algo horrible. Y sinceramente prefiero inclinarme por la primera teoría.

Lo único que escucho mediante subo las escaleras en dirección al departamento de Marcus, son mis propios pasos. Me dirijo allí con el propósito de entregarle unos resultados enviados urgentemente por el doctor Andreu, y los susodichos tratan sobre la experimentación con su sangre en la cual yo mismo he colaborado.

Un sonido leve y una brisa que me sacude el cabello, me advierten que un ser frío ha detenido sus pasos justo frente a mí. Al girarme lentamente, con el corazón latiendo fuertemente, me encuentro con el perfecto rostro de Samantha. 

Suspiro aliviada y saludo:

 —Buenas noches. Voy a ver a Marcus por unos resultados del hospital. Veo que vienes de allí, ¿Marcus se encuentra en este momento? 

Por alguna razón intentó hablarle propiamente a Samantha. Su figura es tan majestuosa que hasta me hace sentir incomodidad. Aunque sus pensamientos hacía mí comienzan a ser menos ofensivos.

—Sí —responde sin emoción alguna en su voz —. Marcus está en casa. Pero, para serte sincera, no creo que pueda recibirte. 

Que extraño. Ni siquiera en la mente de alguien más puedo encontrar una imagen sólida de Marcus; él es verdaderamente a prueba de mis dones.

—¿Por qué no podría recibirme? —vaciló y evitó verla a los ojos. De repente me causan escalofríos esos ojos tan rojos que señalan la sed de vida de Samantha.

—Porque no puede —asegura sin ningún interés de su parte —. Marcus tiene una crisis en este momento. Así que será mejor que lo dejes solo.

—¿Y estará bien? —dudo al no poder siquiera imaginar cómo se manifiesta una crisis en un ser tan increíblemente poderoso como lo son los fríos —Digo, ¿está bien dejarlo solo?

Samantha tuerce el gesto levemente y una sonrisa amarga aparece en su semblante. Se cruza de brazos y me detenidamente al expresar: 

—Verdaderamente no tienes idea de cómo es un frío defectuoso, ¿no es así? 

Lux: Hospital para monstruos ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora