Marcus busca a la joven que fue su gran amor en su vida pasada.
Axel busca amar y proteger a su prometida alma gemela.
Nahomi puede representar a la mujer que ambos están buscando.
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¿Qué harías si supieras que alguien cerc...
No es mi intención negar que tengo una gran opinión de él; que lo estimo profundamente, que me gusta.
Sentido y sensibilidad (Jane Austen)
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¿Es posible entender los sentimientos que nos provoca una persona en particular?
Parece complicado de comprender, e incluso estúpido de pensar. Pero es una verdadera tortura intentar ver con claridad tus emociones hacia alguien que podría llegar a convertirse en una persona importante en tu vida.
«¿Qué siento por ella?» Es una pregunta que se hace Marcus en este mismo instante. Mientras mantiene los brazos cruzados sobre el escritorio como una almohada para su cabeza. Desde ese sitio, puede ver con claridad a Nahomi.
El reloj marca las 03:15 AM en el hospital Universal para seres sobrenaturales. Y los doctores en turno, a excepción de los seres fríos, se mantienen despiertos a base de la costumbre al turno nocturno y una alta cantidad de cafeína.
Tanto Marcus como Nahomi, se encuentran en uno de los laboratorios de patología. Una lugar repleto de equipamiento especializado en observación, iluminados por luces blancas y un silencio permanente que apenas es interrumpido por el aire acondicionado en funcionamiento.
Nahomi está completamente concentrada en un análisis completo sobre los estudios de una paciente. Sus manos blancas manejan con precisión el microscopio en utilización y ha recogido su cabello rubio para que esté no le estorbe en su trabajo.
Marcus continua en el mismo sitio, inmóvil, sin dejar de verla. Su postura lo hace ver somnoliento, cansado y apunto de dormirse. Pero su mente está más despierta que nunca ante la pregunta que se repite incontables veces.
¿Qué es lo que verdaderamente siente por Nahomi? Le gusta su imagen; eso es completamente verdad. La estatura bajita y el rostro redondeado de la joven le causan un dulce sentimiento de ternura. Y, en más de una ocasión, ha sentido deseos de protegerla por lo frágil de su apariencia.
Marcus observa las manos de Nahomi. Más que las manos de una doctora especializada, le asemejan a las manitas de una persona inocente e indefensa. Son tan pequeñas, demasiado pequeñas. Igual que sus pies.
—¿Por qué sus pies son tan pequeños?
—Disculpa, ¿qué dijiste? —pregunta Nahomi habiendo escuchado un murmullo por parte de Marcus pero sin haber entendido las palabras.
—Nada —niega él —. No dije nada.
En este instante le alegra recordar que ha Nahomi le resultan inaccesible sus pensamientos.
Varias fueron las ocasiones en las que se encontró fascinado por las facciones del rostro de Nahomi. Desde sus diminutos lunares color durazno hasta el tono sonrosado de sus mejillas. Sin hablar de sus ojos, a los cuales en pocas ocasiones ha podido observar debido a su falta de contacto visual, pero sin duda se trata de los ojos verdes más extraordinarias que ha encontrado. Exteriorizan tanta emoción, reflexión y curiosidad por él mundo.
