5. La duda y el encuentro

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La mejor manera de predecir el futuro es creándolo.

 Peter Drucker


Hacer un ritual para contactar a mi padre es una de las cosas más impulsivas, y probablemente estúpidas, que he hecho en la larga lista de cosas realizadas por mi al ser víctima de mi propia curiosidad

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Hacer un ritual para contactar a mi padre es una de las cosas más impulsivas, y probablemente estúpidas, que he hecho en la larga lista de cosas realizadas por mi al ser víctima de mi propia curiosidad.  

Las flores de lavanda ya se encuentran lo suficientemente secas para la ocasión. Tengo las hojas de eucalipto, agua hirviendo en un recipiente y la voluntad de hacer algo que jamás creí que haría. Pero tengo saber.  

Me posiciono de rodillas a dos metros de una ventana abierta de par en par, enciendo el  incienso de lavanda y esparzo las hojas de eucalipto por el suelo frío. Comienzo a ordenar las hojas en círculos y, justo en el centro, escribo el nombre de Michael utilizando mi dedo índice como lápiz y el aire como hoja de papel invisible.  

En un abrir y cerrar de ojos, Michael se materializa sobre la ventana abierta. Parece ligeramente desorientado y totalmente desilusionado de verme. Su voz expresa frustración al decir:   

—Nahomi, ¿por qué utilizas el ritual de los antiguos brujos para contactar oráculos?  

—Porque es sencillo, eficiente y tengo una pregunta.

—Creí que eras lo suficientemente lista para contestar tus propias preguntas, pequeña Nahomi —objeta con poca paciencia. Baja de la ventana e ingresa a la sala.

—Esta vez, no. Solo un oráculo con dones poderosos y la suficiente edad, puede responder mis dudas  —alegó con una enorme sonrisa en mi rostro.

Michael sonríe. 

—De acuerdo, dime —acepta y toma asiento —. Tienes diez minutos de mi valioso tiempo. 

Mis nervios están en aumento,  eso provoca en mí la necesidad de caminar de un lado a otro, mientras intento ser lo más específica y clara al plantear mis vacilaciones:

—Bien, escucha, he estado teniendo visiones del pasado y...

—Después de los veintidós años es completamente normal tener visiones tanto del futuro como del pasado.

—¡Y lo se! El problema es que son... Son acontecimientos espantosos sobre un...

—¿Un que? 

 —Un... silenc.

El rostro de Michael se enseria. Agarra un vaso vacío de la mesa y lo hace rebosar, sacando el contenido de la nada misma, de un una especie de té. Bebe un sorbo y dice con interés: 

—Continua.

Repentinamente mis manos comienzan a temblar y un sudor helado empapa mis palmas. La gravedad sobre este asunto llega a tal grado que, aunque mi mente no razona con claridad el miedo, mi cuerpo sufre las consecuencias de estar a punto de entrar en pánico.

Lux: Hospital para monstruos ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora