Marcus busca a la joven que fue su gran amor en su vida pasada.
Axel busca amar y proteger a su prometida alma gemela.
Nahomi puede representar a la mujer que ambos están buscando.
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¿Qué harías si supieras que alguien cerc...
Si tan sólo pudiera conocer su corazón, todo sería más fácil.
Jane Austen
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Ahí están. Justo delante de Marcus.
Es como si el tiempo hubiese rebobinado y aquellos acontecimientos, antes olvidados, se presentarán inesperadamente.
Marcus queda petrificado mientras observa a Nahomi y Axel. Ellos están ahí, hablando, pero él no puede siquiera escuchar lo que dicen. Porque su mente ya no se encuentra aquí, está allá, lejos; su memoria retrocede años atrás. En los días fríos en los que Nahomi residía en el pequeño pueblo de Alba.
Sintiéndose mareado y aturdido por las imágenes sin contexto que aparecen en su cabeza, decide entrar por la primera puerta que encuentra abierta. Por fortuna el lugar está en desuso, y Marcus puede recostarse sobre una pared en espera de entender que le está sucediendo a su mente.
Todo es un revuelo de imágenes y sonidos sin sentido. Donde mayoritariamente aparece el rostro de Nahomi, sus sonrisas, su voz y las palabras dichas por ella que no llega a comprender con exactitud.
Entonces todo se vuelve una imagen sólida de lo ocurrido aquel frío día de verano:
Marcus estaba a punto de irse, escabullirse entre las sombras de los empinados árboles. Pero algo lo detuvo, una sensación fuerte, quisquillosa y candente que, por primera vez y de forma casi imposible, estremeció su cuerpo; un aroma.
Sacudió la cabeza e intentó regresar en sí. Es como si alguien lo hubiera sacudido con violencia por los hombros dejándolo atontado. Logró estabilizar su mente; todos los sonidos regresaron, la lluvia, los pasos, las voces de conversaciones ajenas que ni se imaginan qué tipo de ser yace de pie en la carretera pacífica.
Ya no pudo irse. Tenía que averiguar qué fue eso tan... extraño.
Primero busco alguna anomalía en el aroma de unos empleados que iban y venían desde el interior de la mansión más cercana, intentando encontrar lo que lo agobio anteriormente, pero no encuentro nada que resaltar. Solo olía a humano.
Una figura salió de la mansión. Con un gran impermeable amarillo que resaltaba exageradamente en el ambiente salino. Botas marrones, y un paraguas que resulto decorativo al no elevarse para cubrirla.
La misma sensación volvió a abrumarlo.
Inconscientemente avanzó en dirección a ella.
El cabello rubio de la joven se deslizaba como cascada en su espalda, estaba enmarañado. Probablemente por la humedad, cosa que, sin explicación, le saco a Marcus una sonrisa inoportuna.
¿Qué estaba haciendo? ¿Qué lo arrastraba a seguir sus pasos? Y, ¿desde cuando se veía abrumado por la curiosidad e impulsivo a costa de sus emociones?
