Cap 42. Injusticia

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- Suelta mi mano. ¿Quién eres? ― dijo Akaza.

- Sólo detente ya. Vámonos de aquí ― decía la voz femenina.

- No puedo, tengo que matar a esos dos.

- Pero, ¿por qué?

- Tengo que ser más fuerte. Mataré a cualquiera que se meta en mi camino.

- Pero, ¿por qué? ¿Por qué quieres ser más fuerte?

- Porque sino lo hago, no podré traerlo de vuela...

Sus recuerdos de cuando era humano vinieron a él.

Su nombre cuando era humano, era "Hakuji" o "niño demonio" como lo llamaban.

Su padre era alguien enfermo y débil, debido a eso.

Hakuji (Akaza) tenía que robar a las personas para comprar la medicina de su padre. Debido a eso, fue castigado en repetidas ocasiones por los líderes de la aldea, a tal punto que ya tenía los tatuajes que se les ponían a los criminales.

Él corría por su pueblo, cuando una señora le dio una terrible noticia.

Su padre se había ahorcado debido a que se enteró que su hijo había sido atrapado de nuevo.

No sin antes haberle dejado una nota.

"Querido Hakuji, vive una vida honesta. Aún puedes darle vuelta a la página.
No quiero vivir del dinero robado de la gente.
Lo siento por ser una molestia."

Hakuji amaba profundamente a su padre, a tal punto que no le importaban los castigos que le daban por robar. Podía vivir eso por cien años si fuera por su padre.

Él moriría por su padre.

Mientras Hakuji estaba a punto de matar a varios hombre adultos, un señor llegó.

El hombre se acercó amable a él.

Debido al dolor por la muerte de su padre, y a la adrenalina de pelear, él respondía hostilmente, a tal punto que se lanzó contra él.

El hombre lo noqueó de puros golpes al rostro.

- ¡Sí que eres fuerte! A pesar de esos formidables golpes, despertaste en una hora ― decía el hombre, mientras sonreía.

Su nombre era Keizō.
Él dirigía un dojo de artes marciales que enseñaba un estilo de lucha con los pies descalzos.

- No tengo ningún estudiante, así que sólo hago jornadas de mantenimiento ― decía, mientras caminaban por su casa ―. Lo primero que quiero que hagas es cuidar a mi hija enferma. Tengo que trabajar, así que te lo encargo.

- ¿No te importa dejar a tu hija conmigo, un criminal? ― dijo Hakuji, bajando poco la mirada.

- Bueno, señor criminal, te vencí hace poco, ¡así que está bien!

Keizō era un adulto bastante amable y sonriente a pesar de su formidable fuerza.

Ambos llegaron hasta una habitación.

- Así que por esto era que nunca me agradaste, Tanjirō... Porque me recordabas mi pasado aburrido y lamentable. Este pasado sin valo...

- Ella es mi hija Koyuki ― dijo Keizō.

Cuando Hakuji la vio, le recordó a su difunto padre.

- Hey, te ves mejor que en la mañana, ¿te sientes mejor ahora? Haz que este tipo diga su nombre antes de que regrese. Se lo pregunté varias veces y no me lo dice ― le dijo a su hija.

Pilar Brillante [Concluida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora