Cap 80. La Purga

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Fue justo como la última vez.
Fui cortado en numerosas ocasiones sin que pudiera hacer algo al respecto.

A pesar de reaccionar a tiempo y desplegar más látigos, no fue suficiente.

Pensé que tú eras el monstruo de esta historia, que jamás nadie te iba a siquiera llegar a los pies.
Pero, que existiera y volviera a nacer alguien como tú y que encima terminara el trabajo que tú no completaste, jamás me lo imaginé.

Tus cortes fueron rápidos y ardientes, como los suyos.
Tus movimientos fueron firmes y continuos, como los suyos.
Tu espada no dejó que mi regeneración funcionase, como la suya.
Tus ojos veían a través de mí, como los suyos.
Tu aliento era despreciable, me quemaba y castigaba, como el suyo.

¿Para esto me hiciste volver, Shidan?
Tu esfuerzo no sirvió de nada.
Aun si tus guerreros fueron más fuertes que los míos, no pudieron tocar a ese sujeto.

- Tch... Maldito anciano desagradecido ― dijo una voz.

Esa voz...

Él se encontraba en unas tinieblas interminables.

Cuando se volteó, pudo ver a un sujeto que conocía perfectamente detrás de él.

- ¿Qué haces aquí? ― preguntó estoico.

- ¿Qué esperabas? ¿Qué te dejara ahí sin rumbo? No tengo a nadie y tú tampoco. No pierdo nada esperándote para ir a dónde merecemos ― dijo el sujeto tranquilamente.

- Tu lealtad me enferma ― dijo mientras avanzaba hacia donde él estaba con su expresión seria.

- Sí. Sí. Tu frialdad me enferma ― dijo el sujeto, viéndolo pasar por su lado.

- Eres libre de irte si quieres.

- ¿Y perderme cómo te castigan por bestia? No gracias.

Ambos continuaron hablando mientras eran llevados hasta lo más profundo de la oscuridad, en donde la agonía y sufrimiento les esperaba.

Time skip...

A pesar del terrible estado en el que llegaron Shōto, Izumi, Isao y Kume, ninguno murió.
Kume pasó hospitalizado por varios días, pero pudo recuperarse.

Cuando regresamos de esa noche, rápidamente atendieron a todos.

Por mi parte, por varios días me maté pensando en que si fue correcto acabar con Muzan en ese momento.

No sabía qué hacer.
No podía eliminar a todos los demonios, no porque fueran muchos, sino por el tiempo que llevaría y por la extensión de este país.

No se me ocurría nada, hasta que una idea loca vino a mi mente.

Para hacerla realidad, tuve que asociarme con el ejército.
Pero, ¿cómo un sivil cualquiera hablaría con ellos?
Ni aunque haya sido de los pilares del maestro me harían caso.

Tuve que excederme un poco...

Luego de hablarlo, aceptaron mi petición.

Pilar Brillante [Concluida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora