Mientras los Kakushis trataban las heridas de Izuku, Tomioka, Iguro y Mitsuri luchaban contra Muzan.
Como podían, evitaban no morir por sus ataques.
Muzan poseía una velocidad tremenda, tanto que no podían evitar ser golpeados por él.
Él atacaba con sus dos brazos, los cuales podía alargarlos tanto como quisiera y eran tan filosos como una espada. También, tenía diez protuberancias en su espalda, huecas que de ellas salían unos látigos con una punta igual de filosa.
Era casi imposible no ser cortado por él.
Sin contar que Muzan inyecta su sangre en sus ataques, pero esta actúa como un veneno y no los convierte en demonios.
- ¿Así que aún pueden moverse, Pilares? Supongo que los marcados no morirán fácilmente... ― dijo Muzan.
Cuando con su brazo iba a asesinar a Mitsuri, la bola de hierro de Himejima lo evitó.
- Perdón por llegar tarde ― dijo Gyōmei.
Sanemi llegó desde atrás de Muzan y lo cortó por la mitad de arriba hacia abajo, pero esto era inútil, ya que Muzan se regeneraba al instante que era cortado.
Cuando Muzan lo atacó, le lanzó un líquido que luego con unos cerrillos lo encendió en llamas.
- Rastrero despreciable ― exclamó Muzan.
- Pues es perfecto para los de tu clase. Te cortaré en pedazos... Desagradable trozo de mierda ― le dijo Sanemi.
Entre los cinco, atacaron a Muzan pero no había progreso aún.
La única arma que era capaz de "dañar" a Muzan, era la bola de hierro de Himejima.
La única manera que había de derrotarlo, era reteniéndolo hasta el amanecer.
Esa meta se hacia cada vez más complicada, la sangre de Muzan circulaba por sus cuerpos, dañando sus cuerpos.
Hace un buen tiempo que Mitsuri había caído debido a una gran herida que le causó Muzan, pero si las cosas seguían así, no quedarían ni cinco minutos para que los temas también cayeran.
- Son más tenaces de lo que imaginaba... Pero todos serán aplastados en poco tiempo ― pensaba Muzan, mientras balanceaba sus brazos y látigos ―. Aún queda una hora y cinco minutos para el amanecer. No falta ni cinco minutos para que sus células mueran. A pesar de esforzarse tanto... Oh, humanos.
Ellos estaban conscientes de eso, no quedaba mucho para que murieran. Pero ellos no se rendían. Seguían atacando a Muzan.
De repente, un gato saltó hacia arriba y, de su espalda, cuatro frascos con agujas en su punta salieron disparadas hacia los Pilares.
Se pudo ver como la sangre y los efectos que esa causó en sus cuerpos, disminuyó.
- ¡No entiendo ni la menor idea de lo que acaba de pasar! ¡Pero un maldito gato me salvó el trasero! ― exclamó Sanemi, mientras corría de los ataques de Muzan.
- El pulso errático y el dolor punzante en mi cuerpo se curaron notablemente ― pensaba Gyōmei ―. No entiendo por qué, pero los dioses están de nuestro lado. Seguramente sea un sedante temporal para los síntomas. ¡¡Ahora podemos seguir luchando!!
- Otra vez esa maldita mujer... Tamayo hizo esto, eh. Ella incluso creó un suero que impide que mi sangre destruya las células... ― se decía Muzan ―. Ella se interpone en mi camino incluso estando muerta... ¡¡No se resistan en vano!! ¡¡Sólo mueran como hombres, fenómenos obstinados!! ― exclamó, atacándolos con gran fuerza.
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Pilar Brillante [Concluida]
FantasyEsta historia va de Izuku, un niño perteneciente a una familia cuyos padres siempre han sido unos excelentes espadachines y debe cargar con la responsabilidad de continuar con el linaje. Varios sucesos crueles azotarán su vida, como a la mayoría de...