El último adiós (II)

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Semejante dolor de cabeza

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Semejante dolor de cabeza.

No me atrevía a abrir los ojos.

Las náuseas regresarían.

¿Por qué sos tan mandada Camilita?

Si es que no debí beber. Debí de haber parado en el momento que me entró la risa floja con la segunda copa de vino.

Ya sabía algo más de la Camila adulta y "madura": el alcohol y yo no éramos buenos amigos. No me sentaba bien y acá estaban las consecuencias. Soy lo peor.

Tampoco debí fiarme de la hermana de Benjamín, la tal Luisana. Aunque bueno... La pasé bien con ella. Fue la primera vez que me sentí cómoda en esta casa.

Abrí mi ojo derecho con temor a que el dolor de cabeza acrecentara por la luminosidad de la habitación. Sentí que el dolor no se acentuó por lo que me atreví a abrir mi ojo izquierdo. Con los ojos entrecerrados, me fijé a mi alrededor. Estaba en la habitación principal, en la cama matrimonial, miré a mi izquierda y gracias a dios no había nadie.

"Gracias Señor", agradecí en voz alta.

Recordaba perfectamente todo lo que había pasado la noche anterior. Por suerte o por desgracia, el alcohol no nubló mi conciencia, creo que ya estaba demasiado nublado con la pérdida de mis recuerdos que ya no había cupo para más.

Recordé al milímetro las taradeces que hice con Luisana en la piscina. Casi nos ahogamos por un ataque de risa.

Por supuesto, también recordé aquel baile re romántico con Benjamín. Fue la primera vez que me acerqué a él y lo sentí muy especial. No podía negar que era muy lindo, aunque su carácter era bien jodido. Sentirlo tan cerca hizo despertar algo dentro de mí. Me gustaba, era obvio. ¿A quién no? Pero sentía miedo. Sentía miedo a confundirlo. Yo no lo amaba, no sentía nada hacia él, solo tal vez pura atracción. No quería confundirlo, se veía bastante enamorado de mí. Me apenaba no poder corresponderle.

Intenté levantarme, pero me fijé en la camisa que llevaba puesta. Su aroma me hizo dar cuenta de quién era su dueño. Sonreí y la acerqué a mi nariz para olerla mejor. Me gustaba aquel olor.

- Buenos días – se despertó.

Me sobresalté al escuchar a Benjamín. No me había percatado que estaba en la misma habitación que yo. Parecía que había dormido en un sillón que a simple vista no parecía nada cómodo.

- ¿Qué haces acá? – intenté domar mi pelo enredado. Debía estar hecha un cuadro y él estaría frente a ese cuadro. 

- Es mi habitación

- Pero vos me la dejaste

- Cierto – bostezó. – Anoche bebiste y me quedé esperando a que te quedaras dormida. Al parecer, el sueño me venció.

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora