Odisea (II)

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- ¿Y cuándo tendré los resultados? – pregunto al auxiliar

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- ¿Y cuándo tendré los resultados? – pregunto al auxiliar.

- Dentro de una semana.

- ¿Una semana? – me alarmé. – No, necesito tener esos resultados cuanto antes. – exigí.

- Señor, cálmese – pidió el hombre. – No podemos hacer nada, así es el proceso.

- ¿No pueden acelerarlo? Lo necesito, es urgente. – repetí desesperado.

- Lo siento mucho Señor, pero no puedo hacer nada

El muchacho se marchó para continuar con su labor. Suspiré derrotado.

En cuanto me levanté esta mañana, me dirigí a la clínica privada más cercana para iniciar las pruebas pertinentes. Necesitaba saber si era el padre de Mía y Allegra. Si era así, todo cambiaría. Cambiaría el proceso judicial de Luisana, pero también cambiaría mi propia vida.

¿Estaba preparado para ser padre?

Definitivamente no. Nunca había pensado en la paternidad. Mi buffet de abogados me absorbía tanto que nunca contemplé esa posibilidad. Lo sentía como algo lejano, algo que no se iba a dar a corto plazo.

Pensé lo sabia que era la vida. Tan solo sirvió unos segundos para que mi vida se volteara. Todo se puso patas arriba con tan solo unas palabras resultado de una confesión. Admito que, en un inicio, me sorprendió. No supe actuar, quedé shockeado. Luisana continuaba llorando, pero no me importaba. Sus palabras taladraban mi mente y no podía hacer otra cosa que quedarme allá parado frente a ella.

Necesité unos minutos para asimilar esa información que nunca imaginé que podría escuchar. Cuando recuperé la compostura, me marché. Luisana intentó frenarme, quería saber cómo me sentía, pero ni yo mismo sabía.

Me fui a casa solo. Necesitaba pensar. Necesitaba digerir todo esto que acababa de ocurrir. Me quedé toda la noche en vela. Recordé todos los momentos que Luisana y yo vivimos en nuestra juventud, en nuestra primera relación. Lo recordé tan detalladamente como si lo hubiese vivido ayer.

Como dije, nunca pensé en la paternidad y esto podría llegar a sobrepasarme, pero no era lo peor que podía ocurrirme. Ser el padre de Mía y Allegra podría ser un regalo, un regalo difícil porque las nenas eran bien complicadas, pero al fin y al cabo era un regalo. Con  respecto a Lu, siempre pensé que lo mejor que me podía pasar con ella era formar una familia; tener un hijo. 

Parece ser que la vida me lo ofreció antes de lo que yo imaginé.

Esta misma mañana me levanté decidido a abordar el tema de la paternidad de Mia y Allegra. Avisé a Matías que llegaría más tarde al buffet y me preparé para visitar una clínica. Tomé de prestado algunos de los objetos personales de las niñas que pululaban por mi apartamento, eso me ayudaría para obtener el ADN.

Desayuné y me marché hacia la clínica.

Ahora estaba en medio de aquella sala blanca sin saber muy bien qué debía hacer. ¿Debía contarle a Rodríguez? ¿Debía hablar con Luisana primero? ¿Debía contarle lo de Mariano? Y lo peor, ¿debía contarle a Benjamín?

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora