--- Extra Capítulo 42 ---

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- ¡Felipe! ¡El horno!

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- ¡Felipe! ¡El horno!

Dejo la colada a un lado al comprobar que un hilo de humo sale del horno. Me pongo los guantes y abro con rapidez la puerta. La masa de aire caliente me golpea la cara y achico los ojos mientras intento salvar las pizzas sacando la bandeja con mucho cuidado para no quemarme. Las dejo en la encimera de la cocina y me quito los guantes con desgana. Al menos, las pizzas no han quedado carbonizadas.

- ¿Qué ha pasado?

Felipe aparece en la cocina y no puedo evitar soltar una carcajada al verlo. Sé que intentaba distraer a las niñas, pero no sabía el cómo hasta que lo vi. Los trazos irregulares de carmín rosa fucsia en sus labios son realmente horribles, pero muy divertidos. Y sus ojos sombreados por una mezcla de distintos tonos de azules, rosas y verdes da el toque final a un maquillaje que, sin duda, es cosa de nuestras hijas.

- Pero, ¿qué te ha pasado a ti?

Tapo mi boca con la mano ahogando otra carcajada y me apoyo en la encimera antes de doblarme de la risa.

- Ja, ja, ja – se burla Felipe. Se acerca a mí y me toma de la cintura. – Yo no le veo la gracia, no me queda nada mal. El fucsia es mi color, ¿no te parece?

Suelto otra carcajada. Sonríe burlón cuando poco a poco se acerca peligrosamente a mi boca.

- Ni se te ocurra – le advierto.

Su sonrisa se ensancha y, en un instante, me toma de la nuca y pega su boca con la mía. No me da un beso como esperaba, más bien restriega su cara contra la mía.

- Ah – gritan y sé que es la voz de Mía. A su lado, Allegra nos mira pasmada.

- ¡Qué asco colegas! ¡Cortad el rollo! – exclama Allegra usando una voz muy distinta a la suya.

Felipe y yo la miramos asombrados por la forma de hablar de nuestra hija.

- ¿Colega? – pregunta Felipe.

Parece gracioso viniendo de una niña tan pequeña, pero no entiendo de dónde habrá sacado esa forma de hablar. ¿Desde cuándo tiene ese colegueo castizo?

- Cariño...

- Tengo hambre, tronca – advierte Allegra poniéndose de puntillas para alcanzar la pizza, pero se lo impido con un leve movimiento retirando su mano.

- ¿Dónde has aprendido eso, Allegra?

Ella se encoge de hombros, agarra su botella de agua de Frozen que está encima de la encimera y se marcha. Mía nos mira tímida. Se balancea de un lado a otro. Sé que tiene algo que contarnos.

- Es por Izan. – responde Mía.

- ¿Quién es Izan? – pregunta Felipe, ni yo se quien es Izan. Del parque no me suena.

- Es nuevo en clase.

Oh, sí. La maestra nos informó en la última reunión de una nueva incorporación. Nos dijo que la ayudásemos para que el grupo se mantuviese unido y empático a su llegada.

- Viene de España. – continúa explicando Mia. – Tiene un hermano mayor que lo recoge todos los días a la salida y habla así. Izan le gusta cómo habla su hermano y él habla igual. – explica. – Izan es el mejor amigo de Allegra o eso dice ella. Y mi hermana pues lo imita para hacerse... Hacerse...

- La guay... - adivina Felipe. Su cara es de pocos amigos. – Esta niña... Esta niña me va a volver loco. No sé lo que nos espera cuando sea adolescente – me dice enrabietado. - ¡Allegra tenemos que hablar!

Felipe desaparece de la cocina echando humos. Cierto es que Allegra está pasando por una mala época. Ya nos explicó la psicóloga que necesita tiempo y reencontrarse ya que todo lo que había presenciado y vivido durante su secuestro le afectó. Mía parece que está mucho mejor que su hermana. Los primeros meses lloraba casi todas las noches por pesadillas y vivía atemorizada cada minuto del día. Ahora, parece que está un poco mejor y solamente cuando se enfada con su hermana o nos ve a Felipe y a mí un poco más alterados se asusta y llora. Intentamos que no ocurra, y si sucede contarle que no pasa nada y que todo está bien. Mis niñas, ¡cuánto han sufrido! Abro los brazos y Mía se acerca hacia mí. La tomo en brazos y beso su mejilla.

- Mamá me vas a manchar de papá – se ríe, pero no paro de darle besos. – Para mami.

-Paro si me das un beso muy muy fuerte. De esos besos que quitan el aliento.

Mia me agarra la cara y me da un beso muy fuerte en la mejilla, tal y como le pedí.

- Eres maravillosa cariño – le digo devolviéndole el beso y bajándola de mi regazo. – Ayúdame con las pizzas, hay que ver la actuación de tu tío en la televisión.

Con la ayuda de Mía, llevamos lo que quedaba a la mesa baja que teníamos delante de la televisión. Pocas veces cenábamos en ese sitio, pero hoy es un día especial. Mi hermano, después de tantos años retirado de la música, volvía a lo grande: cantando en el festival de música más importante de todos los tiempos.

Estoy tan orgullosa de él. La vida nos ha castigado tanto que me resulta extraño que las cosas vayan tan bien. Tengo miedo a que todo se tuerza. Somos felices y merecemos serlo por siempre.

- Ya hemos llegado – anuncia Mia.

No consigo enterarme de lo que le está diciendo Felipe a Allegra, pero la niña frunce el ceño y se abraza a las piernas. Felipe, al vernos, nos ayuda quitándonos los platos de las manos. Nos sentamos en el sofá y Mía agarra el mando para subir el volumen.

- ¿Veremos a la tía Camila?

- No lo creo - contesto. – Hay muchísima gente ahí, ¿ves?

En ese momento, el cámara hace un movimiento donde se ve la multitud de espectadores que han asistido al evento. Yo no sería capaz de cantar delante de tanta gente, no sé como mi hermano es capaz de hacerlo.

- Y con todos ustedes – habla desde el micrófono uno de los presentadores del festival. – Desde Buenos Aires, comienza su nueva gira un cantante muy esperado. Nada lo frena, nada es imposible para él... Todo un Inmortal, ¡Benjamín!

- ¡Rojas! – vitorea el público.

Todo se oscurece y los primeros acordes de la guitarra eléctrica resuenan en el lugar. Y de repente, aparece mi hermano iluminado por una luz blanca y por detrás toda su banda.

- "Marco tu número, espero, me duele pensarte – cantan las niñas con pizza en mano y saltando sin parar. Siguen la letra de su tío a la par que él – Ya van mil veces, te escucho y no puedo hablarte... Otra noche triste, te cuelgo y me pierdo. Otra noche oscura, me muero en el sueño"

El timbre de casa suena. Felipe me mira y yo le hago un gesto para que se quede con las niñas. Antes de marcharme, echo un vistazo y veo a Felipe cogiendo en volandas a las niñas y cantando a pleno pulmón la letra de la canción de mi hermano. Sonrío. Lo entiendo, es imposible enfadarse con ellas a pesar que Allegra la haga difícil.

Me dirijo a la puerta, abro, pero no encuentro a nadie en el rellano de casa. Miro a ambos lados y no veo nada. Absolutamente nada. Estoy por cerrar, pero mi mirada se clava en el suelo, hay un sobre.

- ¿Qué es esto?

Frunzo el ceño, pero abro el sobre y saco una hoja pequeña.

" Si quieres que tus hijas estén a salvo, sigue mis instrucciones:

mañana a las 17h en la Plaza de Mayo, ven sola"

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora