Después de "Vivir o Morir", llega la segunda parte de esta historia de lucha, aprendizaje y amor.
Benjamín Rojas es un cantante de éxito que la vida lo pone en su lugar en el momento culmen de su carrera. En ese instante, conoce al que será el amor...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
- Te juro Nachete que te mato – agarro su cuello y comienzo hacer presión no muy intensa – Estoy hasta las pelotas de tus interrupciones.
- Tío, me vas a ahogar. – dice casi sin aliento.
- Esa es la intención – lo empujo contra la pared.
- Esto no te viene bien. Estás en los minutos previos para tu show – dice intentando zafarse de mi agarre – debes estar concentrado y no así. Quieres matarme.
- ¡Por fin te diste cuenta Nacho! – exclamo. – Ya he perdido la cuenta de cuántas veces has interrumpido EL MOMENTO.
- Joder tío – maldice con dificultad. Aflojo su agarre, a pesar de que lo quiera matar. Soy un blando, maldita sea. - ¿Y yo que iba a imaginar que le ibas a pedir matrimonio en medio de un auditorio? Que, por cierto, hay lugares mejores y más románticos que esto.
- Lo sé, lo sé Nacho. Lo intenté, lo intenté en muchos lugares románticos como el restaurante donde me gasté un riñón porque te apuntaste a MI PLAN o como, por ejemplo, el Parque del Amor. De eso no hace ni veinticuatro horas.
- Yo creo que han cumplido las veinticuatro – dice mirando su reloj.
Me araño la cara por tal de no darle otro copón de los míos. Es desesperante este chico.
- Te juro que ya no importunaré tu plan de compromiso, de verdad tío.
- No, es que no lo vas a conseguir. Ya me encargaré – le señalo. – En cualquier momento desapareceré, ni me busques. Te lo advierto.
Nacho reflexiona mi indirecta.
- Ahhhh – sonríe. – Pillín. – suelta con picardía. – Te juro que me haré el tonto.
- Lo cierto es que no te tienes que esforzar mucho para conseguirlo.
La puerta de mi camerino se abre y aparece una chica del cuerpo técnico. Habla por un pinganillo y asiente al recibir instrucciones.
- Benjamín, te quedan cinco minutos para empezar el show – avisa la mujer.
- Te has salvado por los pelos Nachín – le advierto. Antes de marcharme, le doy un ligero copón en la cabeza y sigo a la mujer del equipo técnico.
Nos adentramos en toda la vorágine que supone la previa de cualquier concierto. Estilistas, músicos, técnicos, bailarines... Todos van de un lado a otro, pero con un cierto orden que puede llegar a sorprender. Cada uno sabe su función porque todo está más que estudiado. Es el último concierto de la gira y qué placer que sea en el gran Arena Ciudad de México. Un show en el que se citan aproximadamente unas 20.000 personas, el show con el mayor público que he hecho hasta ahora. Todas las localidades se vendieron en apenas una semana, la acogida ha sido extraordinaria y lo recaudado es desorbitado. Por ello, tengo algo en mente que seguro que será del agrado de todos.
