Fantasmas del pasado (II)

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Noto en mi cama un peso al costado mío seguido de un siseo

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Noto en mi cama un peso al costado mío seguido de un siseo. Masajeo mis ojos aún adormilado. Una risilla genuina eclipsa mis oídos y no puedo evitar sonreír al reconocer su dueña.

- Camila – la llamo. 

Continúa riendo y no contesta. 

- ¿Crees que no voy a darme cuenta que has usurpado mi cama? - me burlo. - Eres un auténtico terremoto.

- Lo siento – se disculpó inocente.

Abrí un ojo y la observé sentada al lado mío.

- ¿Qué hora es?

- Las nueve de la mañana.

Resoplé.

Anoche me quedé dormido bastante tarde. Estuve componiendo en el despacho de casa y las horas pasaron volando, ni tan siquiera reparé en Camila que ya estaba dormida en su habitación. Hoy no iría al despacho. Pensaba trabajar en casa y aprovechar para estar cerca de Camila – ahora que las cosas parecían ir un poco mejor -, pero no pretendía levantarme tan temprano después de trasnochar tanto.

- Hoy no voy a la discográfica así que no hay prisa – dije medio adormilado. – Voy a dormir un ratito más – me volteo hacia el lado contario.

Escucho a Camila quejarse y, aunque sigo con los ojos cerrados, no puedo evitar sonreír.

- Dale Benja, - noto el peso de su cuerpo encima de mí. – Tenemos planes que hacer.

- ¿Ya? Si te acabo de decir que no iba a la discográfica...

- Hablé con tu hermana anoche – explica alegre. – Como estabas tan ocupado, pues quise hablar con alguien que no fuese Octavio.

- ¿Qué te pasa a vos con Octavio? – me volteo quedando frente a ella.

Camila no deja de sonreír a pesar de encontrarnos demasiado cerca. Eso me hace muy bien.

- Nada – mira hacia un lado. - ¿Puedes no marearme y dejar que te explique? El tiempo corre y debemos estar listos en media hora.

- Camila... - me quejo.

- No seas protestón. No te soporto así – dijo malhumorada. Yo la miré de reojo. – No me mires de ese modo. No sé cómo era mi vida antes de perder la memoria, pero seguro que la Camila de antes tenía que tener una paciencia infinita.

Eso picó. Fruncí el ceño.

- Debo decir que Camila no es una santa – inquiero con recelo.

Camila se incorporó y de nuevo adoptó su postura sentada. Se cruzó de brazos y miró hacia un lado molesta. Maldije por mi tremenda bocaza. Me incorporé aún un poco adormilado y me senté frente a ella. Camila me miraba con el ceño fruncido. Su imagen infantil era muy tierna.

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora