Volver a SER (II)..

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- Tío, ¿dónde has aparcado? Llevo veinte minutos esperándote, vamos a llegar tarde

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- Tío, ¿dónde has aparcado? Llevo veinte minutos esperándote, vamos a llegar tarde.

Lo menos que me apetece es escuchar a Coco sobre cuánto he tardado en llegar. No estoy de humor porque no estoy de acuerdo con lo que vamos a hacer. Esto va a suponer una serie de consecuencias que van a afectar a la paz que habíamos encontrado en casa.

Sé que es mi culpa. Es mi culpa por hacerle caso al estúpido de mi amigo, pero después de la llamada de anoche mi amigo consiguió que no pegara ojo. Sopesé en sus palabras y, a pesar de lo que me había dicho Camila, no pude evitar pensar en ello y  preocuparme. 

¿Y si llevaba razón? ¿ Y si...?

Después de todo lo pasado, desconfío hasta de mí mismo. Me siento perdido y, a pesar, de lo bien que me sienta la terapia, es llegar a casa y todos los miedos me acechan. Siento a Camila tan inestable que no puedo evitar desconfiar de todo y de todos. No puedo evitar el miedo a que esta supuesta calma sea una ilusión y que la realidad sea la de estar separados.

- Ni me hables. – contesto. – Reza por que esto que vamos a hacer no perjudique mi situación con Camila.

- Hermano – pasa su brazo por mis hombros. – Vamos a marcar territorio. Ese Miguel va a ser historia.

Resoplo hastiado. Es que esto no tiene lógica. Lo que estamos a punto de hacer no hay manera de entenderlo. Cuando visite la psicóloga, le comentaré sobre Coco... No por mí... Creo que él también necesita ayudita.

Entramos en el gimnasio y nos espera una chica rubia en la recepción. Coco se hace el canchero y habla con la chica. No me entero muy bien, yo solo miro a mi alrededor por si veo a Camila por allí. 

Juro que me iría pitando de aquí, esto está mal. Muy mal.

Anoche estuve a punto de decirle lo del embarazo de Mica a Coco, pero hice tripas corazón. Si se lo llego a decir, tenemos doble problema pero esta vez con Micaela. Es enfadar a Micaela y no sé que es peor.

- Dale, sala 8 – informa Coco. - Hoy toca Pilates

Agarro con fuerza mi bolsa deportiva que cuelga en mi hombro derecho. La sala 8 se me representa como el autentico infierno.  La sala número 8 tiene paredes de cristal y la puerta, que también es de cristal, tiene pintado el número ocho de un verde demasiado chillón.

Esto está mal. Esto está mal. Muy mal. Estamos cerca y mi corazón palpita a toda pastilla. Tomo aire. 

A Coco parece no importarle perder las pelotas. Yo me jugaré la confianza de Camila, pero él se juega su futuro como padre si tan siquiera saberlo... 

Coco toma la iniciativa como viene haciéndolo desde el minuto uno que nos encontramos y entra en la sala. Me quedo resguardado en una esquina esperando la reacción de Micaela y solo al ver su cara me doy la vuelta. Me piro, no voy a jugármela... En cambio, la voz de Camila frena mi huida.

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora