Después de "Vivir o Morir", llega la segunda parte de esta historia de lucha, aprendizaje y amor.
Benjamín Rojas es un cantante de éxito que la vida lo pone en su lugar en el momento culmen de su carrera. En ese instante, conoce al que será el amor...
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"Buenos Aires, Argentina.
18 de mayo. Actualidad.
Mi nombre es Luisana Rojas, nacida en la ciudad de Buenos Aires el 18 de mayo del año 1987, hija de Mora y Sergio Rojas y hermana menor del conocido cantante Benjamín Rojas.
En esta carta quiero contarles mis sentimientos. Quiero abrir mi corazón dolorido, un corazón roto en mil pedazos imposible de sanar.
También es una carta con un mensaje. Un mensaje directo que espero que leas.
Tuve una infancia ideal. Crecí en el tiempo donde no existían los celulares, donde el único entretenimiento de cualquier niño era los juegos en casa o en el parque de nuestra vecindad: simples juegos de la infancia.
Mi papá y mi mamá lo dieron todo para que a ninguno de sus hijos no les faltase nada. Fuimos una familia unida. Lo fuimos hasta que perdimos a papá. En ese momento, todo se torció. Nuestras vidas dieron un giro inesperado y todo se tornó en un color oscuro agónico.
La vida ideal se esfumó y los problemas fueron el ingrediente principal para desestructurar una familia unida.
Mi hermano se dedicó de pleno a su trabajo. Se encerró en su sufrimiento hasta el punto de recurrir a un mundo turbio como era la drogadicción. El chico amable se transformó en un hombre frío, hiriente, reacio a su familia, egoísta y carente de sentimientos.
Mi madre fue la eterna sufridora. La que hizo tripas corazón y aguantó carros y carretas, sin perder la esperanza de volver a recuperar lo que alguna vez fue su familia. No tuvo tiempo a sufrir su luto, su propio dolor, pues los problemas de mi hermano eran su principal foco de interés al igual que su intención de reestablecer la relación que un día mi hermano y yo un día tuvimos.
Si. Yo solo me dediqué a enfrentar a mi hermano con la única intención de hacerle ver el grave error que cometía. Ahora me doy cuenta que cometí un grave error. Que las peleas no eran la solución.
Terminando mi adolescencia, comencé un bonito romance adolescente. Fui novia de Felipe Colombo, mejor amigo de mi hermano. Felipe es un poco más mayor que yo. Era muy detallista, me regalaba peluches y siempre solía invitarme a una cafetería donde se cocinaban unas medias lunas caseras que me encantaba. Un año después, comenzó a realizar sus prácticas en un buffet de abogados que requirió toda su atención y su tiempo. Eso supuso que nuestra relación comenzara a quebrarse y con ello llegar a terminarla.
Después de Felipe conocí a Mariano Martínez y con Mariano fue todo idílico, al menos eso parecía. Todo el tiempo que no llegó a dedicarme Felipe, Mariano lo duplicó. Fue atento, amoroso... Tuvimos un pequeño respiro en nuestra relación, porque así lo decidimos por diversos motivos que después justificaron el error que cometí al volver con él.
Tuve a mis dos pequeñas y en ese momento me sentí pletórica. Había vuelto con Mariano y podía decir que tenía todo cuanto necesitaba y había soñado en la vida. Tenía al hombre ideal y una familia de ensueño. Todo era idílico y perfecto hasta que comenzaron los problemas.
