Después de "Vivir o Morir", llega la segunda parte de esta historia de lucha, aprendizaje y amor.
Benjamín Rojas es un cantante de éxito que la vida lo pone en su lugar en el momento culmen de su carrera. En ese instante, conoce al que será el amor...
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El doctor Suárez miraba en silencio los papeles de las últimas pruebas neurológicas. Anteriormente, había visitado la consulta el mismo doctor que atendió a Camila en urgencias el día del accidente y fue el mismo hombre quien mandó a realizar una serie de pruebas para esclarecer lo que le estaba pasando. Mientras, el mismo doctor visitó a Camila a solas y le cuestionó una serie de preguntas para identificar hasta qué punto Camila había perdido parte de su memoria.
- Las pruebas motoras están bien – relató el doctor Suárez.
Ni me molesté en mirarlo.
Me limité a observar el mundo desde la ventana. Tan tranquilo y pacífico, tan ordenado. No como mi vida, que se había puesto patas arribas en estos últimos años.
- Pero la pérdida de memoria es considerable – continuó. Solo tuvo como respuesta mi silencio – Benja, - me llamó. – Por favor, di algo, sino te tendré que ingresar a vos también. Me estás preocupando.
Lo miré. El rostro preocupado del doctor era más que evidente. Le sobresaltó ver mis ojos enrojecidos de unas lágrimas que ya estaban agotadas y de unos puños ensangrentados, a causa de unos de mis arrebatos.
- No puedo soportar otro obstáculo más – me limité a decir.
- Sabíamos que podía pasar. Fue un milagro que despertara
- Preferiría que no hubiese despertado – volteé de nuevo mirando hacia la ventana.
- ¿Cómo puedes decir eso Benjamín? – su tono de voz fue molesto. - ¿Prefieres verla conectada a una máquina antes que vivir?
- Vivir... - solté una risa amarga. - Si se le llama vivir a perder la memoria por completo. – musité. Me pasé las manos por el rostro totalmente abatido. - Está asustada, no comprende nada...
- Es normal que lo esté. – encogió los hombros. – Tendrá que empezar de cero... Construir su vida.
La palabras de consuelo no hacia mella en mí y su retahíla comenzaba a cansarme.
- ¡No recuerda la muerte de su familia, joder! – exclamé golpeando su escritorio. El doctor agachó la cabeza. – Yo sé lo que significa que tu padre fallezca y el dolor inmenso que supone. Camila va a tener que volver a sentir ese dolor por segunda vez y triplicado... ¿Me estás diciendo que ha sido una bendición para ella? Yo lo veo como un castigo. – sollocé.
El doctor se mantuvo en silencio.
- No puedo decirle que su madre, su padre y el hermano que tanto está buscando han fallecido. Lo siento, pero no lo puedo hacer.
Él solo me observaba.
- Y tampoco puedo volver.
- Benjamín - cerró los ojos. - Ella te necesita
- No, la Camila de ahora no me necesita. No sabe quien soy, ¡no me conoce! – alcé los brazos. – Me apartó de ella como si fuese un apestado.
