45. Bajo el cielo de Madrid

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Después del concierto de México, a la madrugada, tomamos un vuelo directo a España. Tal y como me prometí, tomé la decisión de mantener este último viaje en secreto. Esta es mi última oportunidad para hacer la propuesta de matrimonio a Camila y no iba a dejar que nada se interpusiera ni tampoco que lo estropearan. Comuniqué este cambio de planes a Coco, que es mi enlace directo con Buenos Aires, y curiosamente no puso impedimento sobre ello.

Camila no tenía idea de dónde íbamos y sus preguntas incesantes durante el largo vuelvo estuvo a punto de dejarme sin paciencia, pero quiero que todo sea especial desde la llegada al aeropuerto hasta el esperado momento. En cambio, me armé de valor y mantuve mi sonrisa, disfrutando de su exagerada curiosidad porque sabía que valdría la pena.

- ¿Madrid? – pregunta Camila leyendo el letrero del aeropuerto que nos daba la bienvenida.

Aterrizamos en Madrid con la frescura de la mañana. Camila, aún desconcertada, me mira con una mezcla de intriga y emoción. Sé que es el último destino que imaginaría, pero creo que es el mejor lugar para disfrutar. La llevo de la mano hacia el exterior del aeropuerto, donde un chófer nos espera frente a un coche elegante. Durante el trayecto, Camila no aparta la vista de las calles madrileñas llenas de vida y gentío. Madrid está a rebosar, pero eso no va a ser impedimento para todo lo que tengo preparado.

Finalmente, llegamos al hotel que se sitúa en pleno corazón de Madrid. El lugar desprende un cierto encanto palaciego, desbordante de elegancia. Mientras Camila se maravilla con la belleza del sitio, yo tramito los detalles con el personal del hotel. Nos dirigimos a la suite que reservé con vistas panorámicas de la ciudad. Cuando todas nuestras pertenencias están colocadas, nos marchamos del hotel para conocer la gran capital.

- ¿Qué vamos a hacer? – pregunta Camila mientras se recoloca su bolso a modo de bandolera.

- Lo primero – busco en mi mochila – Una foto.

- ¿Una foto?

- Sí, ¿de qué te sorprendes? – toqueteo la cámara en un intento de encontrar el enfoque, aunque sea a mis pies.

- Tú interés. Siempre he tenido que pelear contigo para sacarnos una instantánea.

- Pues eso se acabó – digo poniendo el ojo en la mira para encuadrar a Camila a la vez que intento manejar con poca soltura los botones y el enfoque. – Hay que inmortalizar todos nuestros momentos y crear bonitos recuerdos.

Camila se cruza de brazos y niega con la cabeza.

- Anda, dame que la manejo yo – me arrebata la cámara. – Sonríe.

Se acerca a mí y yo la posiciono delante de mí para abrazar su cintura. Apoyo mi barbilla en su hombro y ella ladea la cabeza hacía atrás para tomar distancia con el objetivo.

- A ver – le pido que me muestre la foto totalmente emocionado. No tenemos la mejor apariencia tras un vuelo de tantas horas, pero seguro que el resultado es el mejor. – Me ciega tanta belleza.

- No seas tonto – me da un codazo. - ¿Qué vamos a hacer? – me pregunta.

Lo cierto que hasta la hora de la comida no tenía nada preparado. Dejé la mañana vacía de planes por si acaso el vuelo se retrasaba o Camila llegaba cansada y quería descansar, pero todo había salido bien y ahora no tenía idea de qué hacer.

- Buena pregunta.

Camila sonríe y tira de mi mano incorporándose al bullicio del gentío de la capital. Se nota que no sabe a donde va, que no hay un rumbo fijo, pero parece no importarle. Disfruta de las fachadas de los inmensos edificios que nos rodea, del ruido del tráfico e, incluso, de la gente que nos rodea.

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora