--- Extra Capítulo 40 ---

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Pvo Mariano

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Pvo Mariano

Cruzo los grandes pasillos en busca del cabecilla del grupo. Estoy harto de esconderme como una rata. Para ellos, solo soy el puto tío que les subvenciona sus mierdas; pero yo soy algo más. Soy un Martínez, vengo del mundo empresarial y no tengo por qué ocultarme bajo las faldas de un tipo que solo quiere demostrarle al mundo la verdadera justicia.

Y si hablamos de justicia... Me rio yo de la justicia de este país. Directamente es que no existe. Yo mismo he intentado hacer justicia y todo se ha vuelto en contra. Aún no sé qué se me escapó, en qué momento mi mujer resultó ser la suficientemente inteligente para huir de mí. ¿Acaso no sabía que está condenada a vivir tras mi sombra? ¿Acaso cree que puede deshacerse de mí así como si nada? No tuvo suficiente con todos los avisos que le di. La seguí, la amenacé, hice daño a la gente que quería e, incluso, le arrebaté a esas niñas. Y pensará que me rendí, que lo dejo estar, pero no es así. Un Martínez no se rinde fácilmente, un Martínez persiste. Persigue lo que quiere y eso es lo que hago. No quiero a Luisana y tampoco quiero a esas dos bastardas. Necesito su apellido porque todo lo que tuve que hacer años atrás habrá sido en vano. La muerte de Boy Rojas no servirá de nada si yo pierdo la relación con su hija.

- No va a suceder. – susurro convenciéndome que no puedo perder esta oportunidad.

Uno de los guardias de La Elite se mantiene cerca del portón principal. Sus imponentes músculos y su gesto serio pueden intimidar, pero eso no surte efecto en mí. La Elite me debe mucho. Se cree que pueden hacer conmigo lo que quieran, pero están equivocados. Soy yo el que puede hacer y deshacer a su antojo.

- No puede pasar. – habla el gigantón.

- No te he pedido permiso, voy a entrar. Tengo que hablar con el líder.

- Deberá ser en otro momento.

Lanzo una mirada desaprobatoria, aunque al mastodonte le da exactamente igual. Zigzagueo y hago el ademán de abrir la puerta, pero noto el impacto de su puño en mi mejilla. Grito de dolor y me agazapo como un animal malherido. El tipo no entiende de tacto, pero estoy dispuesto a devolvérsela. Lo intento, pero posa su mano en mi frente creando un espacio que me imposibilita que mis puños impacten en su abdomen. Parezco absurdo dando patadas y puñetazos al aire, pero es más la desesperación de sentirme como una presa enjaulada que cualquier otra cosa que se le pareciera.

Solamente quiero salir de este lugar cuanto antes. Cobrar mi propia justicia.

El alboroto que ocasiono no pasa desapercibido a parte de los miembros de La Elite que se mantenían reunidos detrás de esa gran puerta ya que de un momento a otro se abre apareciendo el líder como cabecilla del grupo. Todo el clan fija la mirada en nosotros.

- Quisiera saber qué an importante es lo que lleváis entre manos para que nos hayan interrumpido.

- Lo siento Señor, ahora mismo acabo con él – promete el guardabosques crujiendo sus nudillos.

- ¿Qué pretendes decir con eso? – lo miro de mala gana.

- Suéltalo – ordena el líder cuando el fortachón me toma del cuello y hace presión en él.

El gigante no duda en acatar la orden y me deja libre. Todos me observan en silencio.

- Tenemos que hablar – me dirijo al líder.

- Tengo cosas importantes que hacer Martínez, en otra ocasión.

El líder se da la vuelta junto con sus camaradas, pero no voy a desaprovechar la ocasión.

- Estoy dispuesto a difundir las coordenadas de este lugar... - amenazo.

Todos se giran recelosos. El líder muestra una media sonrisa tal vez porque no cree que tenga las agallas suficientes para hacerlo, pero se equivoca. En estos últimos años, he conseguido hacer cosas inimaginables. No le tengo miedo ni a él, ni a su grupito.

- Dejadnos solos – habla el líder y como si fuese el mismísimo Dios todos se marchan en distintas direcciones. El gigantón me mira con mala gana y yo le devuelvo una sonrisa maliciosa.

Atravieso el gran portón. La estancia es poco luminosa debido a las cortinas negras que no permiten pasar los rayos de sol. En el medio de la misma, hay una gran mesa redonda de la que deduzco que era el lugar exacto donde estaban reunidos antes de que me entrometiera en sus asuntos. Inspecciono el lugar, pero no hay nada más que llame mi atención.

El líder se sienta en la única silla que parece ser un trono por su gran respaldo y su acolchado asiento rojizo de terciopelo. Tomo asiento en una de las sillas que quedan frente a él. Es mejor mantener una distancia prudencial por si acaso al tipo se le cruza los cables y hay que salir corriendo de acá.

- Tú dirás.

Me parece demasiado fácil esto de hablar con el líder. Creí que iba a costar horrores el poder acceder a él, pero parece que me equivoqué.

- Necesito salir de aquí cuanto antes.

- ¿Por qué tanta prisa?

- Ya dije que Rojas ha organizado un gran equipo para encontrarme. Es cuestión de tiempo que lo hagan si permanezco más días en este lugar.

- Martínez, este es el lugar más seguro que vas a encontrar. Es impenetrable. No me preocupa que nos encuentren. En el momento que pongan un pie en nuestros territorios, lo sabremos y no vivirán para contarlo.

Se le ve seguro y no dudo de sus acciones. La Elite es un grupo sanguinario, da qué pensar que su propósito sea el desmantelar a todo aquel que no hace justicia cuando ellos mismo se toman la justicia por su mano.

- Subestimas el poder de Rojas. El tipo no es un simple cantante sin pena ni gloria, – le hago saber – se ha movido por mundos turbios. Conoce a gente grosa.

- ¿Tan grosa como La Élite?

Eso me hace dudar. Ni yo los creí cuando contactaron conmigo para sus asuntos financieros. He visto todo lo que son ca paces de hacer. Cómo torturaron a ese hombre que quiso irse de la lengua, con qué sangre fría mataron a Martina cuando me desobedeció... Según ellos, les pertenezco y formo parte de su clan y todo aquel que falle al clan debe morir.

- Martínez, si aún no hemos matado a tu chica y a ese par de niñas es porque creemos en la familia. Apoyamos a los nuestros y vos sos de los nuestros. – entrelaza sus dedos. – Solo velamos por tu seguridad. Ya sabes que sin vos, La Elite no puede sufragar todos los gastos de las operaciones que llevamos a cabo. Creo que te tratamos bien, te damos una buena vida, aunque hayas querido desertar en alguna que otra ocasión.

Claro, cuando todo se puso tan negro con el tema de Martina. Todos creyeron y creen que fui yo el que disparó y no fue así. No fui yo.

- Permanecerás aquí. Si Rojas pretende asaltarnos, lo mataremos. – ataja – Has comentado que no te caía del todo bien ¿no? Te haremos un favor entonces ¿no crees?

- Sí.

Aprieto los dientes nada más pensarlo. Benjamín siempre se ha inmiscuido en mis asuntos. El drogata de mierda siempre me ha subestimado, tomándome como un simple tarado, hasta que descubrió todo. Agradezco que lo haya hecho porque ya me cansaba el hecho de que me tomara como un pelele. Puto inocente, el pelele mataba a palos a su hermana sin saberlo. Y cómo me jode haber perdido ese poder en ella, por eso no puedo permitir que desaparezca esa relación contractual que tengo con Luisana. Se perdería todo lo que he ganado con la muerte de Boy Rojas ya que perjudicaría a todos mis negocios, incluyendo con los de La Elite. Y si eso ocurre, La Elite acabaría conmigo.

- Te cubriremos las espaldas Martínez. Solo cumple con tu propósito y te prometo que ese Rojas no vivirá para contarlo. 

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora