22. No quiero no estar a tu lado

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En una despedida, siempre se nos rompe algo por dentro. Parte de nosotros ya no vuelve a reconstruirse y, en ocasiones, puede llegar a atormentarnos.

Después del adiós, nada vuelve a ser lo mismo.

Este proceso nos hace sentir la necesidad de aferrarnos a los imposibles provocando perturbación y transformando lo que quedó de nosotros.

Sin embargo, no hay nada permanente.

Aunque sea paradójico, una despedida es una dulce pena. Es dulce porque nos hace sentir lo amargo del momento, para ofrecernos la posibilidad de deleitarnos con el buen sabor de lo que vendrá después.

Por eso, las despedidas son necesarias para volver a reencontrarnos con nosotros mismos, con nuestra esencia.

Recuerdo así unas palabras de Paulo Coelho:

"Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes el sentido. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo; lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse.".


Benjamín Rojas. 

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora