Olvidar es difícil para quien tiene corazón

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Desde que llegué a casa, mi cabeza no puede parar de pensar en Luisana

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Desde que llegué a casa, mi cabeza no puede parar de pensar en Luisana.

Pobre Lu, ¿qué tan mal podría haber hecho para que la vida la tratase así? ¿Por qué los buenos sufren tanto y aún hay cabida para los malos?

Luisana es una mujer que ha sufrido bastante o eso creo, ya que no recuerdo nada. Tiene a cargo dos niñas y el peso de un ex marido que no la deja vivir.

No puedo dejar de recordar el momento en el que lo encontré en el parque. A pesar de ocultarse tras unas lentes y una gorra, la mala vibra que desprendía era tan clara que sentí miedo. Mucho miedo.

Tal vez fue ese miedo el que me hizo avivar parte de mis recuerdos. Uno de los peores: el día de mi accidente. Sentí el dolor de morir desangrada, el pitido agudo de unos oídos perforados tras el golpe, la sensación de asfixia porque una de mis costillas se había roto y que presionaba uno de mis pulmones... Tantas sensaciones, todas malas. También recuerdo un dolor punzante en mi vientre que a día de hoy no soy capaz de saber su causa.

Por eso, cuando lo reconocí el temor a que pudiese hacerle algo a las niñas me abrumaba. Sentí pánico, no sabía qué hacer ni cómo actuar. Sin embargo, el miedo a que les hiciera algo malo a las niñas se esfumó de mi mente cuando lo observé platicar con ellas. Les habló en susurros y pude percibir un par de carantoñas hacia ellas.

Ese momento no deja de martillear mi cabeza. Los recuerdos no ayudan y mi mente lucha por saber más.

Después del mal día, Benjamín me llevó a casa. Supuse que se quedaría conmigo, tal y como lo había hecho durante estos días desde que me topé con ese tipo, pero me dejó en casa ya que quería volver con su hermana.

Lo entiendo. Su hermana había recibido una paliza en el intento de defenderse de un tipo que Dios sabe qué quería. Su casa estaba minada de policías y Felipe aún se mantenía fuera de sí, sin hablar de las dos pequeñas que no entendían nada de lo que estaba pasando y solo sentían temor. Era lógico que volviese junto a su familia.

Sin embargo, la sensación de desprotección que siento cada vez que me dejaba sola en casa es devastadora a la par que confusa. Sé que fuimos pareja, construimos algo juntos... Que es algo normal si no pierdes los recuerdos tal y como me pasó. La desincronización entre mente y corazón me aturde. Mi cabeza no recuerda nada, pero mi corazón me da señales tan contrariadas que no sé como encajarlas. Esta necesidad de tenerlo cerca, de que no se separe de mí, es tan difícil de explicar a mi mente. Quiero dejarme llevar, pero la razón solía ponerme trabas, pues... ¿Cómo te vas a dejar llevar con una persona que, a tu razón, la acabas de conocer?

- Camila tienes que cenar – me aconseja Octavio. – Recuerda que tienes un tratamiento médico y no es bueno tener el estómago vacío.

Comparto mesa con Octavio. Rosana se había ido en cuanto tuvo lista el menú para la cena y Octavio me acompaña para no comer sola.

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora