El último adiós (II)

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El día había amanecido nublado

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El día había amanecido nublado. El cielo está tan encapotado que las nubes les prohíben el paso a los rayos del sol. El ambiente grisáceo es acompañado por un ligero y fresco aire otoñal. Posiblemente, en un par de horas, las nubes grisáceas desembocarán en una terrible tormenta.

Dicen que tras la tormenta siempre llega la calma. No sé si es cierto o no, pero confío que así sea. Hemos vivido tiempos tormentosos y es necesario que todo vuelva a la tranquilidad, o al menos intentarlo. Lo cierto que también dependía de mí y, siendo sincera, aún no había reunido las fuerzas suficientes para salir a flote.

Espero frente al gran ventanal del salón. Hace unos minutos que Benjamín tuvo que atender una llamada urgente de la productora por lo que me dirigí al salón y contemplar el exterior.

No sé bien en qué punto me encuentro en mi vida. Decidí darme una oportunidad. Decidí darle una oportunidad a la vida. Me tomó mucho comprenderlo, pero después de lo sucedido con Martina lo entendí todo. Entendí que hay que aceptar todo lo que la vida me presenta, por muy doloroso que sea, pero es así. Las cosas son así. Entendí que el miedo no puede opacar mis ganas de vivir, ni tampoco opacar a las personas que quiero. Entendí que el dolor se cura. Que la cura perfecta es el amor, el amor de los que me quieren; pero, sobre todo, el amor propio. Debo quererme a mí misma para curar la herida, para avanzar en la vida.

Es fácil pensarlo, pero difícil practicarlo. En cambio, me había propuesto intentarlo. No solo por mí, sino por todas las personas que confían en mí. Se lo debo a ellos. Se lo debo a todos los que alguna vez confiaron en mí.

Encuentro una gran similitud del tono grisáceo del cielo con mi propio interior. Intento que salga esos rayos de luz, pero las nubes son obsesas y me lo impiden. El dolor y la tristeza continúan, pero es diferente. Esta vez sé que en cualquier momento la oscuridad será vencida por la luz y todos los miedos que infunda mi dolor desaparecerán. Pero, para que eso ocurra, debo soportar varias tormentas.

- ¿Estás lista?

La voz de Benjamín resuena tras de mí. Posa su mano en mi espalda y la acaricia. Adelanta el paso para posicionarse justo a mi lado izquierdo, lo miro y la seguridad de su mirada me reconforta. Asiento ligeramente con la cabeza y nos marchamos del salón para llegar a nuestro destino.

 Asiento ligeramente con la cabeza y nos marchamos del salón para llegar a nuestro destino

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⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora