Pvo Benjamín.
- Sí, me parece perfecto – hablo por teléfono. – Miami es un buen sitio para reanudar la gira. – admito. – No, no tengo fecha de finalización – contesto al interlocutor. – Sí, podemos abarcar varios meses. No tengo ningún compromiso que me ate acá – suspiro, conocedor del peso de mis palabras.
El sonido en la puerta de mi despacho me obliga a mirar en esa dirección. De ella, se asoma Octavio. Me hace señas con las manos y no logro entender qué quiere decir.
- Ponte a planificar todo lo que sea necesario para la gira – ordeno. – Mañana te llamo y seguimos concretando. – me despido.
Octavio ve la oportunidad de entrar y acercarse a mi escritorio. Cuelgo la llamada y guardo el móvil en el bolsillo trasero de mi jean.
- ¿Ha pasado algo? Mi madre, ¿está bien? ¿Es mi hermana? ¿Las niñas?
Pregunto de forma atropellada. Octavio no suele interrumpirme cuando me aíslo en el despacho. Quedamos en un trato. Yo no haría tonterías y él no me molestaría. Ambos cumplimos con nuestra parte.
- Tranquilo Benjamín, todo está bien – responde.
Siento un gran alivio. Lo único que me falta es más problemas a mi vida. Me siento y miro por vigésima vez el correo esperando las últimas noticias de Rodríguez conforme a la investigación de mis sobrinas. Pero nada.
- Benjamín – habla Octavio y me doy cuenta que sigue plantado delante de mí. Tengo tantas cosas en la cabeza que no deparo en nada que no sea de vital importancia o urgencia. Le presto atención y él sonríe. – Alguien te espera en el hall de entrada.
- ¿Quién?
- Compruébalo por ti mismo.
Octavio hablando de forma misteriosa. No suele hacerlo y eso me llama la atención. Me levanto de mi asiento y sigo a Octavio que no pierde la sonrisa. Si sonríe es porque no debe ser nada grave. Algo me alivia.
Cuando recorremos todo el pasillo y llego a la entrada de casa, no puedo ocultar mi sorpresa. Tengo que abrir y cerrar varias veces los ojos para comprobar que lo que veo no es producto de mi imaginación. Y no lo es. Es tan real como la vida misma.
- Os dejo a solas – dice Octavio. Se marcha en dirección a la cocina y cierra la puerta tras de sí para dejarnos la intimidad que necesitamos.
Camila me mira algo compungida. Está nerviosa, lo sé por el juego que realiza con sus manos. Además, pellizca sus uñas hasta tal punto que arranca parte de ella. Está intranquila.
- Hola
Su voz es suave. Mantiene las distancias y yo respeto su decisión.
- ¿Estás bien? – me preocupo.
- Sí, perfectamente.
- Vale – rasco mi cabeza. No sé qué decir ni cómo actuar porque no entiendo el motivo de su visita. - ¿Quieres... quieres entrar al salón?
- Estoy bien acá – responde.
Yo asiento.
- He venido porque... - duda. Arrugo el entrecejo analizando cada uno de sus detalles. – Creo que debes saber algo. – me mantengo en silencio y ella solo suspira. Parece que lo que quiera decir es lo suficientemente importante a la vez que complicado. – Hoy he visitado a tu hermana. Yo... yo debía convencerla para que asista a la fiesta de Micaela...
- ¿Vas a ir?
Me intereso.
Esta misma mañana Coco me llamó para comunicármelo. No me apetecía nada, pero pensando que me quedaban unos días en la capital antes de iniciar la gira, no lo vi tan mala idea. Sería una manera de despedirnos. En cambio, ahora todo cambia si asiste Camila. Quería evitar una posible despedida con ella. Nos haríamos daños el uno al otro. No era buena idea.
Pensé que ella no aceptaría la invitación a una fiesta de esas características, pero Camila siempre sorprende tanto para bien o para mal.
- Sí, no tengo otro remedio – se lamenta. – Micaela me pidió que convenciera a tu hermana y...
- Mi hermana no va a ir.
- No lo sé – dice. – No pude decirle nada porque... - y de nuevo duda. Esta vez me pone nervioso. Lo que sea que tenga que decirme tiene pinta que es sobre mi hermana.
- ¿Por qué no pudiste Camila?
Me acerco, pero no mucho. Seguimos lo suficientemente alejados para respetar su espacio y que no se sienta cohibida. Lo que menos quiero en estos momentos es que se vaya. Si vino a casa es porque es bastante importante. Camila no pisa esta casa sino lo fuese. Hace mucho tiempo que no lo hace.
- Encontré una carta... - dice. – Una carta que escribió tu hermana.
Me tenso.
- En ella, escribe todo lo que siente. Todo lo que ha vivido desde la muerte de tu padre – explica. Un nudo se forma en mi garganta cuando menciona a mi padre. – Y en ella habla de Mariano... Y de las niñas.
- ¿Qué más pone en esa carta? Camila, por favor – esta vez no puedo evitar acercarme por completo a ella. Incluso le agarro de las manos. Es un gesto de súplica. Ella está abrumada, pero parece no molestarle demasiado porque no pone impedimento a ello.
- Tu hermana escribió que, si le devolvía las niñas sanas y salvas, ella cumpliría con su parte
- Con su parte... ¿Qué quiere decir eso?
- Nada bueno – se sincera. – Tengo miedo a que pueda llegar a hacer una locura. – dice esta vez con los ojos empañados en lágrimas. – Benjamín, debes hacer algo. Ayuda a tu hermana.
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⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}
FanfictionDespués de "Vivir o Morir", llega la segunda parte de esta historia de lucha, aprendizaje y amor. Benjamín Rojas es un cantante de éxito que la vida lo pone en su lugar en el momento culmen de su carrera. En ese instante, conoce al que será el amor...