Positividad (II)

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Había decidido ir al mercado

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Había decidido ir al mercado. Hoy se había levantado con ánimo. No es que fuese la alegría andante, pero tenía el ánimo suficiente para sonreír y salir al mundo.

Le encantaba ir al mercado. Desde que lo descubrió hace ya unas semanas a unas cuadras del apartamento de Suarez donde vivía de prestado, visitaba aquel lugar casi a diario. Le gustaba el ambiente y su gente. Había entablado una amistad con algunos tenderos y cada vez que pasaba por sus puestos, los tenderos y tenderas se interesaban por ella y conversaban.

Hoy debía aprovechar la positividad que la envolvía y decidió hacer unas compras. Tal vez invitara a Micaela a almorzar. La imagino como lo loca cuando escuche mi propuesta.

- Y dame un kilo de tomates, lo más rojitos por favor – le pido a Amalia. Ella era uno de mis grandes descubrimientos de este lugar. No tenía más de 50 años, pero era una mujer alegre y muy positiva a pesar de que la vida no la ha tratado bien.

- ¿Hoy tenemos visita? – intenta adivinar, posiblemente por la cantidad de verdura que estaba comprando.

- Eso intento, voy a invitar a mi amiga a almorzar.

- Eso es una magnífica noticia. Me alegro mucho cielo – me mira con cariño. Ella también sabe, grosso modo, parte de mi vida. – Pues te voy a echar un meloncito que vienen bien ricos, de regalo.

- Amalia, no hace falta – digo apurada.

- Insisto. Ese brillito y esa sonrisa que llevas hoy, lo merecen. – guiña cómplice. Le ofrezco el dinero por la compra de mis verduras y ella me da las bolsas con todas las verduras.

Salgo del mercado en dirección a casa. Si que es cierto que había comprado demasiadas verduras. Tuve que hacer dos paradas antes de llegar a casa para descansar mis brazos que soportaban el peso de las bolsas. Estaba a punto de llegar al portal del edificio de los apartamentos donde vivía temporalmente, pero sonido de mi celular me sorprendió.

Dejé las bolsas a un lado y busqué en mi bolso de bandolera el celular. Lo agarré y miré en la pantalla que se trataba de Micaela. Descolgué y no dejé que hablara ella.

- Con vos quería hablar.

- Hola mi amor – saluda ella alegre. - ¿Cómo es eso? – se ríe

- Tengo un plan para vos.

- ¿En serio? ¿Sos Camila? No lo puedo creer

- Soy yo, soy yo – admito.

- ¿Y cual es ese plan?

- Quiero invitarte a comer a casa. He ido al mercado, he comprado todos los ingredientes necesarios y quiero preparar un menú rico rico. ¿Te apetece?

El silencio de Micaela hace que borre la sonrisa de inmediato. Esperaba un gritito de alegría o alguna de sus bromas habituales como respuesta. Su silencio me dejó un poquito bajoneada.

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora