Sobrevivir (II)

524 47 42
                                    

* Nota: Los fragmentos en cursiva son acontecimientos del pasado. En este capítulo conoceremos un poco más lo que pasó el día del accidente. 






Desperté

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desperté.

Desperté de la nebulosa de mis sueños.

Desperté de la oscuridad que ya, a estas alturas, eran tan familiar para mí; incluso diría que placentera.

Maldije al notar el primer rayo de luz. Maldije la sensación de sed. Maldije respirar y sentir los latidos de mi roto corazón. Porque todo ello significaba una sola cosa: estaba vivo.

Abrí los ojos con dificultad, pesaban más de lo debido. La mano de mi madre aferrada a la mía la sentí más cercana que nunca. Mi visión cobró estabilidad y pude visualizar a mi madre emocionada por mi despertar.

- Mi amor...

Se acercó y besó mi frente, tal y como lo hacía cuando era pequeño. Tal y como lo había hecho aquel día de mi accidente de auto. Tal y como lo llevaba haciendo desde que murió ella y decidí ingeniármelas para acabar con mi vida.

Miré a mi alrededor y adiviné que me encontraba en el hospital. De nuevo, mi corazón se aceleró. Mi intento de suicido fracasó. Otra vez había vuelto a la vida sin yo quererlo. La angustia se instaló en la boca de mi estómago y la rabia se abrió pasos en mis ojos.

Aparté la mano de mi madre con enojo y me giré al lado contrario.

No podía ser tan difícil acabar con todo esto. ¿Por qué me parecía imposible? No quería pasar ni un minuto más en un mundo que carecía de sentido para mí. No tenia ninguna meta que alcanzar, no tenía ni un solo motivo por el que permanecer. ¿Por qué alargar esta agonía?

- Llamaré a la doctora... - musitó afectada por mi actitud impasible. 

Noté la puerta cerrar y volteé para mirar el techo blanco como el nácar. Mis ojos se inundaron de lágrimas y dejé correr los surcos por todo mi rostro.

Esto era un castigo. Un castigo que no tenía fin.

El dolor era difícil de soportar y necesitaba arrancarlo de cuajo. Por eso opté por drogarme hasta tal punto de que la mezcla del alcohol y las drogas pudieran acabar con mi vida. Sin embargo, el destino no me lo permitía una vez más.

No estaba bien. No podía estarlo. Era imposible estarlo cuando te habían arrebatado lo que más querías. Porque su imagen tirada en el asfalto no paraba de repetirse en mi mente, una y otra vez. 

Cada día y cada noche.

"– Vamos a trasladarla al hospital más cercano – escuché decir al paramédico a uno de los agentes de seguridad.

Me deshice del agarre de aquellos dos agentes y corrí hacia aquel hombre.

- Por favor, déjeme ir... Es mi mujer – imploré con voz ahogada tomándolo de los hombros y manchando su uniforme de mis manos llenas de sangre.

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora