CAPÍTULO 5: UN ASESINO MISTERIOSO

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—PERO ... ¿¡QUÉ HA PASADO AQUÍ!?

Adox comenzó a caminar muy lentamente por el corral, el cual tenía forma de L. Era la primera vez que estaba aquello así de tranquilo a plena luz del día, estaba completamente atemorizado.

—(N-No... No puede ser... ¿Quién ha...?)

Observó a los difuntos cucos. Se agachó y recogió a uno, poniéndose a examinarlo con cuidado. Entonces, se asustó, pues un fino chorro de sangre comenzó a gotear desde el extremo que estaba pegado al suelo.

—¡Uah!

No obstante, se fijó en algo de lo más extraño: no había heridas. Ni cortes, ni puñaladas, ni agujeros de flechas. Los cuerpos tampoco mostraban signos de haber recibido algún ataque mágico.

—(¿Pero qué...? Este agujero del que brota sangre... ¿Una aguja... quizás...? ¿Eso ha acabado con ellos?)

Dejó al pobre cuco de vuelta en el suelo, y siguió caminando, repugnado por el putrefacto olor del lugar. Fue entonces que dobló la esquina, y se quedó completamente paralizado de terror ante lo que presenció.

—Adox: ¡¡AHHHH!!

—Hombre: Hmm... Vaya, has llegado antes de lo que me esperaba...

Allí mismo, sentado en un taburete, se encontraba un hombre de unos 35 años de edad. Estaba leyendo un cuaderno, y parecía muy tranquilo. Más concretamente, estaba leyendo uno de los cuadernos de investigación de Adox, en el que hablaba sobre el éfiro, o al menos sobre lo poco que sabía de él. Su pelo era largo y castaño, muy descuidado y graso, y tenía bastantes ojeras. Aunque el tiempo era cálido, llevaba un abrigo encima. Su presencia era bastante intimidante, pero aún más lo era el medallón oscuro que llevaba colgado al cuello. Aquel artefacto, de color negro y con un ojo rojo y brillante en el centro, además de dos cuernos, desprendía un aura realmente abrumadora. Era lo más tenebroso que Adox había visto en su vida.

—Adox: T-Tú...

Se fijó en sus manos, que tenían algo de sangre. Claramente, él había sido el responsable de todo, y ahora se encontraba allí, delante suyo, como si nada.

—Adox: ¡H-Has sido tú, ¿verdad?! ¡Tú has hecho todo esto!

—Hombre: Shhhh...

El hombre se giró un momento para "responder" a Adox, y volvió de nuevo a su lectura.

—Adox: (No debo ir tan lanzado... No tengo nada con lo que defenderme ahora mismo, este tío puede matarme en cualquier momento...)

—Hombre: ¿Así qué tú también estudias al éfiro...?

—¿El Éfiro? ¿Lo conoces?

—Hombre: Me temo... que debo irme, pero me llevaré este cuaderno, quiero terminar de leerlo.

—¡P-Pero...!

El misterioso hombre se puso en pie, y recogió un pequeño frasco con líquido verdoso que tenía apoyado sobre la mesa. Abrió los botones de su abrigo, y resultó que este estaba repleto de pequeños bolsillos, llenos de frascos idénticos a aquel. Guardó en el siguiente espacio libre el que había recogido de la mesa.

—Adox: (Esos frascos... Dime que no...)

—Hombre: Bueno, hasta más ver.

—¡¡Espera!! ¡¿Te crees que te vas a marchar como si nada?! ¡¿Por qué has matado a mis cucos?! ¡¿Quién eres?!

El Éfiro - Zelda Breath Of The WildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora