CAPÍTULO 12: ADIÓS, HATELIA

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—Tash: Muy bien. Ya solo te queda firmar estos documentos para declararte oficialmente inocente.

—Adox: Muchas gracias, capitán, por todo.

Adox estaba sentado en una silla en la oficina de Tash, en el cuartel general. Este le acercó unos papeles, y los colocó en la mesa de su despacho.

—Tash: ¿A mí? Gracias a ti y a Link. Nos habéis salvado de un asesino en serie a toda la aldea. Y pensar que, teniendo tantos guardias, dos chavales se hayan encargado de hacer justicia... Un ciudadano os vio luchar e informó de inmediato a los soldados, pero, como sabéis, de poco sirvió, porque cuando llegaron, el enfrentamiento ya había terminado... En fin...

Recogió un par de bolígrafos de su mesa y los colocó en su correspondiente bote.

—Tash: ¿Sabes, Adox? En realidad, aunque me tenga que mostrar imparcial debido a mi puesto, yo siempre te he tenido en buena estima. Sé que eres buen chaval, cuentas con mis ánimos para tu viaje.

Adox se sorprendió por un momento. Nunca se había fijado en que Tash lo comprendiera de esa manera, siempre lo vio como a un policía malo y ya está.

—Adox: Vaya... Gracias, señor. Esto... ¿y qué haréis con Asener ahora?

Tash tomó un sorbo de café, y miró por la ventana.

—Tash: Los médicos ya han determinado que ha fallecido, así que será enterrado mañana por la tarde.

Adox terminó de leer y firmar los documentos, donde daba testimonio de todo lo sucedido y de lo que habían averiguado. Link llamó a la puerta de la oficina, y Tash lo dejó entrar.

—Link: Hola de nuevo. Ya tengo todo listo, lo he dejado junto a mi caballo Tormento, en la posada.

Con todos los problemas en la aldea solucionados, el proyecto del viaje se había vuelto a poner en marcha. Partían mañana mismo. Como ya tenían dos espadas y un arco, Adox le había pedido a Link que comprara algo más de equipo con el dinero que tenía y con el suyo propio, aunque no fuera mucho.

—Link: Al final, he comprado provisiones, un escudo, algo de ropa de viaje para ti y unas cuantas flechas. Hasta he comprado una 'flecha de fuego', que al parecer hace arder aquello en lo que impacta. Como me sobraba dinero, fui a la forja para reforzar las espadas. Antes eran tan cortas que casi parecían dagas.

—Adox: ¡Qué bien, cuántas cosas!

—Link: Aunque...  solo he podido forjar una... y a cambio de transformar la otra en un pequeño cuchillo...

—Adox: No pasa nada, bastante has hecho, no me llegó el presupuesto entonces para comprar algo mejor... Muchas gracias por ocuparte de todo.

—Tash: Bueno, Adox, yo ya me despido de ti. Espero que te lo pases bien en tu viaje y que vivas muchas aventuras.

—Adox: Gracias, Tash.

Link y Adox salieron del cuartel y fueron a la posada. Allí, Link le enseñó todo el equipo a su amigo.

—Link: Lo he pensado por el camino, y creo que ya sé como vamos a distribuirnos las cosas.

—Adox: A ver, cuéntame.

—Bueno, para empezar, obviamente tú tendrás la ropa de viaje que te compré. Yo, por mi parte, me quedaré la paravela, que el rey me la encomendó. En cuanto a las armas... yo llevaré la espada ya que, aunque no lo recuerde, soy un caballero que ha practicado durante años, y el instinto aún lo conservo.

El Éfiro - Zelda Breath Of The WildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora