capítulo 9(2/6)

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Introducirlo en la profesión le pareció mucho más fácil que hacer lo que le pedía. Su propio currículo no era precisamente brillante, pero no quería desilusionar a Vico explicándole la verdad.

Capítulo 9:

-Te ayudaré en lo que pueda.

-Gracias. -Vico se puso de pie a medias y sacó su billetera del bolsillo trasero del pantalón. Cuando se sentó de nuevo, la abrió y sacó una foto-. Ésta es Isabella -dijo al tiempo que le pasaba la foto de una niña descansando sobre su pecho.

-Qué pequeñita. ¿Qué tiempo tiene?

-Un mes. ¿No es la cosa más bonita que has visto?

Lali no tenía la intención de discutir sobre ese tema con él.

-Es preciosa.

-¿Otra vez enseñando fotos de bebés?

Lali alzó la vista y topó con dos ojos pardos que la miraban por encima del asiento de enfrente. El hombre le pasó una foto.

-Es Taylor Lee -dijo-. Tiene dos meses.

Lali observó la fotografía de un bebé con tan poco pelo como el tipo que se la había pasado, y se preguntó por qué la gente daba por hecho que todo el mundo quería ver las fotos de sus hijos. Ella no reconoció al tipo que la miraba por encima del asiento hasta que Vico le dio una pista.

-Esté de acá es Lohrmann.

Martín Lohrmann, que era uno de los wings, se alzó sobre el asiento y recuperó su fotografía.

-¿Tienes hijos? -le preguntó a Lali.

-No, nunca he estado casada -respondió ella, por lo que la conversación derivó hacia qué jugadores de Alumni estaban casados y cuáles no y quiénes tenían hijos. No era lo que se dice una conversación estimulante, pero alivió su preocupación respecto a que los jugadores la dejaran de lado.

Le devolvió a Victorio su fotografía y decidió poner manos a la obra. Quería sorprenderlos con su investigación, o como mínimo demostrarles que sabía hacer su trabajo.

-Dada la edad y la carencia de jugadores cedidos, Alumni está jugando mejor de lo que se esperaba este año -dijo, repitiendo lo que acababa de leer-. ¿Qué les preocupa especialmente del partido del miércoles?

Ambos la miraron como si hubiera hablado en una lengua incomprensible para ellos. Latín, tal vez. Martín se volteó y desapareció tras el respaldo de asiento. Vico guardó la foto en su billetera.

-Aquí llega el desayuno -dijo levantándose del asiento.

Victorio se marchó, dejándole bien claro que si bien era lo suficientemente buena como para hablar de periodismo y bebés, no lo era para hablar de rugby. Y a medida que el vuelo proseguía, se le hizo más evidente que los jugadores harían caso omiso de ella. A excepción de la breve charla con Martín y Victorio, nadie le dirigió la palabra. Daba igual; no podrían ignorarla eternamente. Tendrían que permitirle entrar en el vestuario y responder a sus preguntas. Acabarían hablando con ella, si no querían enfrentarse a una acusación de discriminación.

No quiso el muffin ni el jugo de naranja. Levantó el brazo rígido entre los asientos, se desplazó hacia el asiento junto al pasillo, extendió sus artículos y los libros, y después se quitó la chompa de lana gris. Se centró en intentar memorizar las infracciones, cuándo se señalaba falta y qué tipo de falta, y las siempre confusas indicaciones arbítrales. Sacó un bloc de notas adhesivas de su maletín, apuntó toda tipo de detalles y pegó las notas dentro del libro.

Hacer avanzar su trabajo y su vida mediante notas adhesivas no era la manera más eficiente de conseguir que las cosas funcionasen, pero había probado con métodos más organizados, un programa para su laptop, por ejemplo, y había terminado escribiendo notas para saber qué era lo que tenía que escribir en ella. Se compró una agenda, que utilizaba habitualmente, pero en las páginas de cada día sólo había notas adhesivas.

El año anterior se había comprado un ipad, pero no acababa de acostumbrarse. Sin sus notas adhesivas, había sentido algo similar a un ataque de ansiedad, lo que la llevó a venderle aquel aparato a un amigo.

Apuntó los términos del juego que le resultaban desconocidos, pegó las notas en el libro y a continuación miró hacia la fila de Peter. Las manos de éste descansaban a los lados de un vaso de jugo de naranja que había sobre la bandeja. Procedió a abrir con sus largos dedos una bolsita de snacks.

Alguien pronunció su nombre y Peter se volteó. Su mirada se posó en algún punto detrás de Lali, y rió debido a un chiste que ella no captó. Sus dientes eran blancos, y su sonrisa podía hacer que una mujer pensara en muchísimos pecados. Después la miró y Lali se olvidó de aquella dentadura. Con ojos inexpresivos, él prosiguió su examen descendiendo por su cara y su cuello hasta la mitad de su blusa blanca. Por alguna inquietante razón, Lali dejó de respirar mientras él fijaba la mirada en aquel punto. El instante se hizo eterno, extendiéndose entre ellos hasta que el entrecejo de Peter se convirtió en una línea recta. Entonces, sin levantar la mirada, volvió su vista al frente. Lali soltó el aire. De nuevo tuvo la sensación de que había sido juzgada y declarada culpable por Peter Lanzani.


En el momento en el que el avión tocó tierra, la temperatura en Córdoba era de 23 grados y brillaba el sol. Los jugadores se anudaron las corbatas, se pusieron los sacos, y salieron en dirección al bus. Peter esperó a que Lali Espósito pasara por su lado para levantarse y salir al pasillo. Mientras se ponía su saco, la estudió.

Llevaba la chompa de lana colgando del mismo brazo en el que portaba un gran maletín lleno de libros y periódicos. Tenía el cabello recogido en una tensa cola de caballo que le rozaba los hombros al caminar. Era muy baja (apenas si le llegaba a la barbilla) y, a través del olor a colonia y loción para después del afeitado, percibió cierto perfume floral.

De pronto el maletín chocó contra el respaldo de un asiento y Lali dio un traspié. Peter la cogió del brazo para evitar que cayera, pero el maletín se abrió y los periódicos y los libros fueron a dar al suelo. Él la soltó y se arrodilló a su lado en el estrecho pasillo, recogió el libro sobre las reglas oficiales del campeonato y «Rugby para principiantes».

-No sabes mucho de rugby, ¿no? -dijo al pasarle los libros. Las puntas de sus dedos se rozaron y ella lo miró.

Continuará...

MAS QUE UN JUEGO-LALITERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora