Ni lo sueñes, Peter -dijo por encima del hombro.
Capítulo 36:
Regresó a la cabina de prensa y se sentó junto a Felipe. Allí estaban los de Fox Sports y también los de ESPN, para retransmitir el partido de Alumni contra Albatros. Con Peter Lanzani como fullback, Alumni acabó ganando por doce a cinco. Aparentemente sin esfuerzo alguno, él alzó la pelota en y les recordó a todos por qué seguía siendo uno de los mejores fullbacks del campeonato.
En el vestuario, tras el partido, los jugadores respondieron a las preguntas de Lali. Aunque no se dejaron puestos los calzoncillos, su desnudez parecía menos calculada.
Esa misma noche, una vez que hubo enviado su crónica al periódico, Lali telefoneó a Candela y le alegró el día, la semana y el año sólo con decir:
-Necesito una maquilladora.
-¿Cómo es eso?
-Resulta divertido. Voy a una fiesta la semana que viene y necesito dar una buena imagen.
-¡Gracias, Señor, por este regalo que acabo de recibir! -susurró Candela-. He estado esperando este momento desde hace años. Lo primero que tenemos que hacer es concertar cita con Vbnda.
-¿Quién es Vbnda?
-La mujer que va a transformar tu cara y a darle forma a ese pelo salvaje que tienes.
Lali miró el teléfono que tenía en la mano.
-¿Transformar?
-Y el pelo.
-La última vez que permití que tocaras mi pelo me lo dejaste como un estropajo.
-Eso fue en el colegio, y no fui yo. Después del pelo, te llevaré con Sara, donde yo trabajo. Esa mujer es una verdadera artista.
-Había pensado en un poco de maquillaje y algo de pintalabios. Un bonito vestido negro de cóctel y unos zapatos de vestir que no sean muy caros.
-Hoy hemos recibido unos fabulosos Ferragamo -dijo Candela como si no hubiera oído las palabras de Lali-. Rojos. Quedarán perfectos con un mortífero y minúsculo Betsey Johnson que he visto en la primera planta.
-°-
Peter estiró los puños de su camisa y colocó en ellos sendos gemelos. Esa misma mañana, en el entrenamiento, había oído decir que Lali asistiría a la fiesta con Felipe. Sentía curiosidad por ver cómo iría vestida; de negro, sin duda. Alzó las manos y colocó el último corchete en el cuello de su camisa blanca almidonada. No había hablado con ella desde el partido contra Albatros.
El fullback de reemplazo había jugado los dos últimos encuentros, dejando que Peter disfrutara de un merecido descanso, y no había tenido oportunidad de hablar con ella. No es que tuviera nada que decirle, pero le gustaba provocarla un poco para observar sus reacciones. Para ver si se reía o si entornaba los ojos y torcía la boca. O bien si podía conseguir que se ruborizara.
Se abotonó los tirantes grises y se preguntó si Lali y Felipe tendrían una auténtica cita. No lo creía posible. O, por decirlo de otro modo, no quería creerlo. Lali era una fiera y tenía ingenio a la hora de contestar, un cretino aficionado a los bolígrafos no era el tipo de hombre adecuado para ella. En particular, aquel cretino. No era un secreto que Felipe se había opuesto al fichaje de Peter para Alumni y que se toleraban el uno al otro porque no tenían más remedio que hacerlo. Según la opinión de Peter, Felipe Villanueva era un pusilánime, en tanto que Lali tenía agallas. Suponía que eso era lo que le gustaba de ella. No se escondía ante la adversidad. La afrontaba. A pesar de su estatura.
Peter tomó el moño negro y se colocó frente a los espejos de las puertas del closet. Al tercer intento hizo un nudo perfecto. Por lo general no le molestaba ponerse el esmoquin y asistir a eventos, especialmente si se trataba de fiestas en honor a antiguos porteros, pero esa noche no tenía nada de usual. Esa noche, su hermanita asistía al baile del colegio con un chico que tenía un piercing en la nariz.
Peter cogió el reloj de la mesita de noche y se lo colocó en la muñeca mientras caminaba hacia la habitación de Alelí. No pensaba salir de casa hasta que su acompañante fuera a buscarla. Sabía muy bien qué era lo que pasaba por la cabeza de un adolescente, y había pensado mirar a Tomás a los ojos y hacerle saber que estaría en casa para cuando Alelí regresara, esperándola. Tenía que estar ahí para apretar la mano de Tomás un poco más fuerte de lo necesario y así hacerle entender que más le convenía que no se propasara con su hermana. Peter tal vez no fuera el mejor hermano del mundo; de hecho, no estaba ni a medio camino de serlo, pero protegería a Alelí mientras viviera con él.
Había decidido no hablar del tema del internado hasta después del baile. Ella se lo había pasado en genial eligiendo el vestido y los zapatos, por lo que no le había parecido el momento más adecuado para hablarle de eso.
Peter llamó a la puerta de Alelí, y cuando ella murmuró algo entró. Esperaba verla con el vestido de terciopelo negro con escote cuadrado, mangas abullonadas y pequeñas rosas bordadas. Se lo había enseñado el día anterior, y él pensó que era muy apropiado para una chica de su edad. Pero en lugar de estar vestida, se encontraba tumbada en la cama con el pijama puesto. Tenía el pelo recogido en una cola y lloraba desconsoladamente.
-¿Por qué no estás preparada? Tu acompañante llegará dentro de unos minutos.
Continuará...
