No vas a pedirme que lo haga?
-¡No! -gimió él.
Capítulo 59:
Por primera vez desde que él la besó, Lali sintió que tenía el poder y el control en sus manos. Abrió la boca e introdujo en ella todo lo que pudo, sintiendo el peso de sus testículos en la palma de su mano. Nunca le había hecho algo así a un hombre en un primer encuentro, pues temía sentar un mal precedente, pero con Peter no le importó. Deseaba hacerlo. No por él, sino por ella misma. Y no le importaba que después quizá se arrepintiera, pues sabía que no tenía futuro con Peter. Entonces, no había precedente que sentar. Iba a llevarse por delante todo lo que pudiera. En ese momento era Bomboncito de Miel. Iba a poner toda la carne en la parrilla para intentar dejarlo en estado de coma.
Peter la agarró por los hombros y la hizo ponerse en pie. Atrajo su cara y le metió la lengua en la boca. Llevó las manos hasta el trasero de Lali, la alzó a koala y ella le rodeó la cintura con las piernas. Su dura carne desnuda presionó en su entrepierna a través de la prenda inferior, y con un par de patadas se acabó de sacar el pantalón y calzoncillo. No dejó de besarla apasionadamente mientras salían de la sala en dirección a su oscuro dormitorio. Las luces que se colaban por el enorme ventanal caían sobre la cama, y él la posó con delicadeza sobre el edredón azul. Ella se apoyó en los codos, incorporándose un poco, para observar cómo Peter se movía entre sombras. Abrió un cajón de la mesita de noche y después se colocó frente a ella.
-Creo que tengo que disculparme antes de que entremos en actividad -dijo mientras hacía rodar el preservativo sobre el glande y después por el resto de su grueso pene.
Ella se quitó la única prenda que quedaba en ella y la arrojó por algún lugar de la habitación. La luz del exterior iluminaba uno de los lados de la cara de Peter.
-¿Por qué?
Él la cubrió con su cálido cuerpo, descansando el peso en los codos.
-Porque no creo que dure demasiado.
Entonces, ella sintió cómo ingresaba, suave, duro y caliente, y pensó que Peter no tenía por qué preocuparse, ya que ella tampoco iba a tardar demasiado. Empezó a penetrarla, pero Lali sintió que su cuerpo se resistía a la intromisión. Colocó sus manos en los hombros de Peter y lo detuvo, tomó su cara entre las manos y lo besó con cariño. Peter se retiró y después volvió a empujar adentrándose un poco más.
-Me estás apretando muy fuerte -jadeó.
Ella lo besó robándole el aliento mientras él se salía de ella casi por completo, sólo para clavarse tan adentro que ella lo sintió en el cuello del útero. Del pecho de Peter surgió un profundo gruñido que abrazó el corazón de Lali.
Ella le rodeó la cintura con una de sus piernas.
-Peter -susurró justo cuando él empezaba a moverse, alcanzando el ritmo perfecto del placer-. Mmm, eso está muy bien.
-¿Cómo lo quieres? -preguntó él.
-Tal como lo estás haciendo.
El atlético y entrenado cuerpo de Peter se tensó. Cada una de sus células parecía concentrada en la labor de embestir.
-¿Más?
-Sí. Dame más -gruñó Lali, y él la complació. Más rápido, más fuerte, con mayor intensidad. Su áspero aliento rozaba las mejillas de Lali con cada nueva embestida, empujándola hacia arriba en la cama. Y justo en el punto en que creía no poder resistir más, Lali gritó y apretó los puños. Su clímax fue tan intenso que no vio ni oyó nada más allá de los latidos de su corazón y de las conmovedoras sensaciones que recorrían su carne. El fuego que él había encendido en su interior arrasó su cuerpo, y sus músculos internos se apretaron, arrastrándole aún más hacia dentro hasta que también él alcanzó el clímax. Una explosión de palabrotas salió de la garganta de Peter.
Ninguno de los dos dijo nada durante un buen rato, hasta que su respiración y su corazón alcanzaron el ritmo normal. Peter se dirigió al cuarto de baño. Lali lo veía alejarse entre las sombras. Su mente todavía estaba demasiado obnubilada para pensar en lo que acababa de hacer, pero su corazón lo sabía a la perfección. Amaba a Peter Lanzani con una intensidad que la asustaba.
Cuando oyó el agua del wáter, miró hacia la puerta del baño. Peter caminó hacia ella, desnudo y guapo, rodeado por las manchas de luz que recorrían el dormitorio. Al mirarlo, Lali sintió una presión en el pecho, como si fuese a sufrir un ataque cardiaco.
-¿A qué hora tienes que irte? -preguntó él.
La realidad cayó sobre ella como un jarro de agua fría. Peter ni siquiera había esperado a que se desvaneciera su sensación de bienestar. Simplemente había hecho el amor de forma salvaje y ya estaba preparado para que se marchara. Lali se sentó y miró alrededor en busca de su ropa interior, esperando no desmoronarse y echarse a llorar antes de salir por la puerta.
-No tengo que obedecer ningún toque de queda. -Giró sobre sí y alcanzó el extremo opuesto de la cama. No vio su ropa-. Me iré en cuanto encuentre mi ropa interior. Sin duda tienes que descansar para el partido de mañana por la noche.
Él la cogió por el tobillo y tiró de ella.
-Mañana estaré en el banquillo -dijo-. Lo que te preguntaba era si querías quedarte.
Peter hizo que Lali se diera la vuelta y la miró a la cara.
-¿En serio?
-Había calculado que lo haríamos un par de veces más antes de acompañarte a la puerta.
-¿Un par más?
-Sí. -Él la apretó de nuevo contra su cuerpo, por lo que ella pudo sentir que seguía excitado-. ¿Es un problema para ti?
-No.
-Bien, porque tenía planeado marcar tres goles.
Continuará...