capítulo 42

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A menos que invente algo, me temo que te sentirás defraudado.

-Entonces invéntatelo.

Capítulo 42:

¿Podía hacerlo? ¿Allí, en la pista de baile? ¿Podía convertirse en Bomboncito de Miel si cerraba los ojos? La mujer que hacía que los hombres ardieran de deseo. Hombres como Peter.

-En realidad no fue tan malo -dijo ella-. Nada de látigos y cosas de ésas. No me gusta el dolor.

Resultaba muy atractivo estar tan cerca de Peter y fingir que era la mujer capaz de satisfacer a un hombre como él. La clase de mujer que susurra cosas sarpadas y hace que los hombres supliquen. Para su siguiente artículo para la revista ELLOS, había pensado escribir sobre una fantasía compartida para Bomboncito de Miel. A los hombres les encantaban las fantasías compartidas.

-¿Te gusta mirar?

-Soy más bien de los que participan -susurró él a su oído-. Me resulta más interesante.

Pero no podía hacerlo. Sola en su apartamento era una cosa, pero allí entre los brazos de Peter era otra cosa totalmente diferente. No podía deja volar su imaginación, y lo máximo que atinó a decir fue:

-Felipe es insaciable. Nadie lo habría supuesto. De hecho, creo que voy a sentarme. Estoy agotada.

Peter le apretó el brazo y la miró a la cara.

-No me digas que tienes tan poca resistencia.

-Hablemos de otra cosa -dijo ella, que temía que sus defensas empezaran a flaquear.

Él se mantuvo inmóvil durante un momento, después dijo:

-Estás muy guapa esta noche.

-Gracias. Tú también lo estás.

Peter la atrajo una vez más hacia sí y ella puso de nuevo la mano en su hombro, sintiendo la suavidad de su chaqueta. Si se acercaba un poco más el olor de su colonia impregnaría su nariz.

-Y estás muy elegante. Me gusta tu peinado.

-Me corté el pelo esta mañana. Ahora se ve bien, pero la prueba definitiva será mañana por la mañana, cuando lo lave.

-Yo me lo lavo y lo dejo secar -susurró Peter-. Ella cerró los ojos. Bien, un tema seguro... y aburrido. El pelo- Me gusta tu vestido-.Otro tema seguro.

-Gracias. No es negro.

-Ya me di cuenta. -Peter deslizó la mano desde su cintura hacia su espalda, dejando los dedos y la palma cálida sobre la piel desnuda- ¿Crees que podrías ponerte alguna vez la parte de atrás hacia delante?

-No. Creo que no -repuso ella, sintiendo el calor de su mano.

-Qué lástima. No me importaría vértelo puesto de ese modo.

La música fluía alrededor de Lali como si todo estuviera detenido. Peter Lanzani, con su malvada sonrisa y su tatuaje de herradura, quería verla desnuda. Imposible. Bajo la superficie, su piel tembló, caliente y viva, plena de sensaciones. El deseo y la necesidad se apretaban en su abdomen y se preguntaba si él se habría dado cuenta de que se había pegado a él justo para olerle el cuello. Justo por encima de su moñito y del cuello de su camisa.

-¿Lali?

-¿Sí?

-Alelí ha vuelto. Mañana tenemos que estar muy temprano en el aeropuerto, así que es mejor que nos vayamos.

MAS QUE UN JUEGO-LALITERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora