-Claro. -Lali se hizo a un lado y lo dejó pasar-. ¿Qué quieres?
Una vez en el centro de la habitación, Peter se volteó para mirarla.
Capítulo 44:
-Esta mañana parecías incómoda. No quiero que te sientas incómoda a mi lado, Lali. -Tomó aliento y se metió las manos en los bolsillos de la casaca-. Así que pensé que tal vez debía disculparme.
-¿Disculparte, por qué...? -dijo ella, pero sabía y esperaba que él no supiera el motivo.
-Por besarte anoche. Todavía no sé con certeza qué fue lo que pasó. -Peter miró por encima de la cabeza de Lali, como si la respuesta estuviese escrita en la pared-. Si no te hubieras cortado el pelo, si no hubieras estado tan guapa, creo que no habría ocurrido.
-Un segundo -dijo ella, alzando una mano-. ¿Estás echándole la culpa a mi peinado? -preguntó, sólo para asegurarse de que había oído bien. Esperaba estar equivocada.
-Seguramente, tuvo más que ver con el vestido. Ese vestido fue diseñado con una motivación oculta.
La había besado, y ella había caído presa de sus encantos hasta tal punto que ya no sabía si se trataba solamente de sus encantos. Y en ese momento estaba allí, responsabilizando a su peinado y a su vestido como si hubiera sido un complot. Saber cómo se sentía Peter le dolió más de lo previsto. Era un tarado, pero ella era una tonta y esto último le resultaba más duro de asumir.
El dolor y la rabia le oprimían el corazón, pero estaba decidida a no revelar sus sentimientos.
-No era más que un vestido rojo cualquiera.
-Te dejaba la espalda al descubierto y sólo tenía dos tiras por delante. -Peter se balanceó sobre sus talones y bajó la mirada para recorrer a Lali desde la toalla que recogía su pelo hasta los pies desnudos. Llevaba desde la noche anterior pensando en aquel beso en su departamento, y no sabía a ciencia cierta qué lo había llevado a besarla. El vestido. Los labios. La curiosidad. Todo junto-. Y la cadenita de oro que colgaba de tu espalda sólo tenía una razón de ser.
-¿Cuál? ¿Hipnotizarte?
Estaba siendo sarcástica, pero no andaba desencaminada.
-Tal vez no hipnotizarme, pero estaba allí para que cualquier hombre que la viera pensara en desengancharla. - Lali enarcó una ceja y le miró como si Peter fuese idiota. Realmente parecía serlo-. Te lo digo en serio -añadió él-. Todos los hombres pensaban anoche en quitarte el vestido.
Nadie se lo había dicho, pero Peter asumía que lo habían pensado; tenían que haberlo hecho.
-¿Esta es tu idea de pedir disculpas o tu manera de racionalizar lo que sucedió? -Se quitó la toalla de la cabeza y la arrojó sobre la cama.
-Es un hecho.
Lali se peinó un poco con los dedos.
-Qué frustrante-.Si ella hubiese sido un chico, habría captado la lógica del asunto-. Aparte de ser una estupidez. -el húmedo pelo se le enredó entre los dedos al apartarlos de la cara-. Eso me hace responsable de todo, pero no fui yo la que anoche se metió en tu departamento y te besó. Fuiste tú el que me besó a mí.
-No te quejaste. -Peter no sabía qué era lo que le contrariaba más, si el hecho de haberla besado o el que ella le correspondiera. Jamás habría imaginado toda la pasión que podía contener aquel cuerpo menudo.
Ella dejó escapar un largo suspiro, como si todo aquel asunto la aburriera.
-No quería herir tus sentimientos.