Quiero que sepas -dijo- que no tengo la menor intención de escribir nada más sobre ti -añadió Lali.
Finalmente, Peter alzó la vista. Tenía el ceño fruncido.
Capítulo 79:
-¿Esperas que te crea? -dijo con el entrecejo fruncido.
Ella negó con la cabeza. Su corazón lloraba por él. Por ella. Por lo que podían haber compartido.
-No. No lo espero, pero tenía que decírtelo de todas formas.
Le miró de nuevo y se marchó. Se reunió con Felipe y Candela en la cabina de prensa y sacó su computadora para tomar notas.
-¿Cómo está tu papá? -preguntó Felipe, haciéndole sentir un poco más culpable.
-Mucho mejor. Ya está en casa.
-Su recuperación ha sido asombrosa -añadió Candela con una sonrisa de reconocimiento.
En el primer tiempo, Alumni logró anotar un try, pero Las Heras salió con fuerza en el segundo tiempo y también anotaron. Cuando sonó la bocina señalando el final, Alumni ganaban por dos puntos de diferencia.
Mientras Lali caminaba hacia el vestuario de nuevo, se preguntó cuánto podría resistirlo. Ver a Peter constantemente era más de lo que su corazón podía resistir. No sabía cuánto tiempo podría seguir cubriendo los partidos de Alumni, aunque eso significara dejar el mejor trabajo que había tenido nunca y la oportunidad de mejorar su carrera.
Respiró hondo y entró en el vestuario. Peter estaba sentado en su lugar habitual. Estaba desnudo de cintura para arriba. Tenía los brazos cruzados, y la observaba como si estuviera intentando resolver un rompecabezas. Ella hizo el menor número de preguntas posibles a los jugadores y salió de allí a toda prisa antes de ponerse a llorar delante de todo el equipo. Ellos darían por seguro que lloraba por la enfermedad de su padre y, seguramente, le enviarían más flores.
Casi salió corriendo del vestuario, pero cuando estaba a medio camino de la puerta de salida, se detuvo. Si alguna vez había habido algo o alguien en su vida por lo que luchar, ése era Peter. A pesar de que le había dicho que la odiaba, al menos lo comprobaría.
Se dio la vuelta y apoyó el hombro en la pared gris, en el mismo lugar en el que Peter la había esperado a ella en una ocasión. Fue el primero en aparecer en el túnel, y su mirada se encontró con la de Lali cuando caminaba hacia ella, con aquel aspecto tan desmesuradamente atractivo, vestido con traje y corbata roja. Con el corazón en la garganta, ella lo encaró.
-¿Tienes un minuto?
-¿Por qué?
-Quiero hablar contigo. Tengo algo que decirte, y creo que es importante.
Él dio un vistazo al túnel vacío, abrió la puerta del cuarto de la limpieza en el que ya habían estado una vez, y la empujó dentro. Encendió la luz al tiempo que cerraba la puerta a su espalda, puso el cerrojo y quedaron encerrados en el lugar en el que él la había besado apasionadamente. Cuando miró su cara, comprobó que Peter ni sonreía ni parecía enojado, sus ojos transmitían cansancio pero no parecían distantes. Ninguna emoción de las que ella había percibido en el vestuario.
-Creía que tenías que decirme algo.
Lali asintió con la cabeza y se apoyó en la puerta. El aroma de la piel de Peter la alcanzó devolviéndole antiguos momentos y despertando en ella un profundo anhelo. Una vez que había llegado el momento, no sabía cómo empezar.
-Quiero decirte lo mucho que siento lo de la historia de Bomboncito de Miel. Sé que es muy posible que no me creas, y no te culpo. -Sacudió la cabeza-. En el momento en que la escribí, estaba enamorándome de ti, y simplemente me senté y dejé volar mi imaginación. Ni siquiera estaba segura de enviarla o no. Me limité a escribirla, y al acabarla supe que era lo mejor que había escrito nunca. -Se apartó de la puerta y caminó por el pequeño cuarto. No podía mirarlo y decirle al mismo tiempo todo lo que tenía que decirle-. Cuando la acabé, me dije que no podía enviarla, porque sabía que no te gustaría. Sabía cómo te sentías respecto a todas las mentiras que se habían escrito sobre ti. Me lo dejaste bien claro. -Dándole la espalda, pasó el brazo tras una estantería de metal-. Pero la envié igualmente.
-¿Por qué?
¿Por qué? Eso era lo más duro de explicar.
-Porque te amaba y tú no me amabas a mí. No soy el tipo de mujer con la que estás acostumbrado a salir. Soy bajita y morocha, y no sé vestirme. Creía que nunca pensarías en mí del modo en que yo pensaba en ti.
-¿O sea que te vengaste de mí?
Lo miró por encima del hombro y se forzó a voltearse. Para afrontar la cuestión tenía que mirarlo a los ojos de nuevo.
-No. Si simplemente hubiese querido vengarme porque no estabas enamorado de mí, me habría mantenido en el anonimato. -Se cruzó de brazos para evitar que el dolor la hiciera caer al suelo-. Lo hice para poner fin a nuestra relación antes de que empezara. Así podría echarle la culpa a la historia de Bomboncito de Miel. Así no me comprometería demasiado.
Él negó con la cabeza.
-Eso no tiene sentido.
-No. Estoy segura de que no lo tiene para ti, pero sí lo tiene para mí.
-Es la excusa más estúpida que he oído en mi vida.
Su corazón se hundió. No la creía.
Continuará...