-¿Qué estás haciendo aquí con él? -preguntó Peter cuando se detuvieron en la línea.Capítulo 67:
-¿Con quién?
-Con Felipe.
-Hemos cenado juntos.
-¿Te estás acostando con él?
Si no se hubiera sentido tan contrariada, Lali se habría reído.
-No es asunto tuyo.
-¿Y qué hay del periodista de Santiago del Estero?
No había ningún periodista de Santiago del Estero, pero no iba a decírselo.
-¿Qué pasa con él?
-¿Te estás acostando con él?
-Creí que no te interesaba con quién me acostaba o en qué posturas prefería hacerlo.
Él la miró fijamente, después dijo entre dientes:
-Lanza los dardos de una vez por todas.
Lali alzó la vista para mirarlo a los ojos, que parecían lanzar llamas, como cuando un oponente pretendía hacer un try. Era evidente que estaba molesto con ella, alterado.
-Apártate -le dijo cuando se preparó para lanzar el primer dardo-. Te voy a dar una paliza. -El primer lanzamiento consiguió un doble y acabó anotando ochenta puntos en total.
Peter anotó cuarenta y le entregó los dardos con brusquedad.
-La luz aquí está mal.
-No. -Ella sonrió y, con gran placer, añadió-: tarado-. Él entornó los ojos. Las consecuencias de semanas de rabia y dolor afloraron sin que ninguno de los dos pudiera ni quisiera evitarlo. -Peor aún... -añadió Lali-. Eres un cobarde.
Los compañeros de Peter soltaron un silbido.
-Peter te va a comer viva a Tiburoncito -dijo Martín desde un costado.
Por común acuerdo, ambos fueron a sus respectivos rincones. Lali lanzó para anotar sesenta y cinco. Peter anotó treinta y cuatro.
-Refréscame la memoria. ¿Por qué te dicen Peter, el afortunado? -preguntó Lali, irónica, mientras iba en busca de los dardos.
Él los arrancó de la diana lentamente, al tiempo que aparecía en su boca una sonrisa licenciosa. Una sonrisa que le hizo saber a Lali que estaba recordándola de rodillas besando su tatuaje.
-Estoy seguro de que, si te esfuerzas, obtendrás la respuesta por ti misma.
-No. -Lali negó con la cabeza-. Hay cosas que no vale la pena recordar.
Tendió la mano y él depositó los dardos en su palma.
En lugar de ir donde estaban sus compañeros, Peter se quedó junto al ella y le dijo:
-Podría recordártelo.
-No, gracias -dijo ella. A continuación obtuvo un triple ocho y un triple veinte-. Una vez fue suficiente.
-¿Ah sí? -dijo él-. Entonces, ¿por qué lo hicimos tres veces?
-¿Qué problema tienes? -Lo miró por encima del hombro-. ¿Tu ego necesita un poco de estímulo esta noche?
-Sí. Entre otras cosas.
Peter había decidido hablar con ella, seguro de que caería rendida a sus pies y volvería a besar su tatuaje. Fue un error de cálculo.
-No me interesa. Búscate a otra.
-No quiero a nadie más. -Sus palabras parecieron una tierna caricia cuando añadió-: Te quiero a ti, Lali.
La rabia desapareció, dando paso a un profundo dolor. Lali sintió un nudo en el estómago y que le daba un vuelco el corazón. Antes de ponerse a llorar como una niña, le entregó los dardos.
-Mala suerte -dijo antes de darse vuelta y salir del bar.
Llegó a su habitación en el piso veintiuno antes de que se le nublara la visión. No quería llorar delante de Peter Lanzani, se dijo mientras se limpiaba los ojos con un pañuelo. Diez minutos después de llegar a su habitación, él llamó a su puerta con fuerza. Temiendo que el sonido alertara a los de seguridad, lo dejó entrar.
-¿Qué quieres, Peter? -preguntó con los brazos cruzados, marcando las distancias.
Él entró en la habitación y la obligó a retroceder unos cuantos pasos.
-A ti -respondió mientras cerraba la puerta a sus espaldas.
-No me interesa -.Peter se acercó tanto a ella que los antebrazos de Lali le rozaron el pecho. Estaba invadiendo su espacio de manera deliberada, y ella siguió retrocediendo hacia el otro lado de la habitación, lejos del perfume de su colonia. -Me dijiste que no pensabas en mí como si fuera una más, pero así es como haces que me sienta.
-Lo lamento. -Peter bajó la vista-. No quería que te sintieras así.
-Ya es demasiado tarde. No puedes irte a la cama conmigo y después ignorarme, como si no fuese nadie.
-Nunca he pensado que no fueses nadie. -Volvió a mirarla de frente con sus profundos ojos verdes-. No he dejado de pensar en ti ni un instante, Lali.
-¿Cuándo? ¿Mientras estabas con otras mujeres?
-No he estado con nadie desde que estuve contigo.
Lali se sentía aliviada, pero al mismo tiempo furiosa.
-¿Pensabas en mí mientras intentabas ignorarme?
-Sí.
-¿Y cuando me esquivabas?
-En todas esas ocasiones y en todos los momentos intermedios.
-Sí, claro.
-He estado pensando en ti, Lali, te lo juro. -Avanzó hacia ella hasta detenerse a pocos centímetros de su cuerpo-. Todo el tiempo.
Semanas atrás le había dicho exactamente lo mismo, y le había creído. Pero esta vez no.
-Ya conozco esa historia, y no te creo -contestó ella, pero algo en lo profundo de su ser quería creerle. Mala señal. Dio un paso atrás y chocó contra el borde de la cama.
-Es verdad. Dormido o despierto, no puedo sacarte de mi cabeza. -La cogió por los hombros y la obligó a recostarse en la cama-. Eres una complicación innecesaria para mí. -Colocó las manos a ambos lados de la cabeza de Lali y la rodilla entre sus muslos-. Pero eres la complicación que quiero, que voy a asumir.
Continuará...
