capítulo 71

1.6K 79 5
                                    

He visto esto y he pensado en ti -dijo.

Capítulo 71:

Ella no tenía ni idea de qué podía tratarse. No estaba acostumbrada a recibir regalos de los hombres, excepto lencería barata. Siempre había creído, además, que esa clase de obsequios estaban más pensados para el que los hacía que para quien los recibía.

Dentro de la caja, envuelta en fino papel blanco, había un pequeño tiburón de cristal. Ni ropa interior comestible ni calzones abiertos por delante; era el regalo más atento que jamás le había hecho un hombre. Y la conmovió más de lo que él llegaría nunca a saber.

-Me encanta -dijo tendiéndolo hacia la luz.

Un arco iris de colores apareció sobre la casaca de Peter y el hueco de su garganta.

-No es gran cosa.

Estaba equivocado. Muy equivocado. Lali cerró la mano alrededor de los retazos de luz, pero no pudo abarcar el amor que sentía en esos momentos en el centro de su alma. Cuando lo vio bajarse el cierre de la casaca y arrojar ésta sobre el sofá supo que tenía que contarle lo de «Bomboncito de Miel». Debía advertirle y después hacer el amor con él. Pero si se lo decía, corría el riesgo de perderlo, esa misma noche.

No podía decírselo. En caso de hacerlo, él probablemente pusiera fin a su relación, y por otro lado no podía permitir que nadie dispusiera de semejante información. Así que guardó silencio. Se lo quedó dentro, donde haría que siguiera remordiéndole la conciencia, mientras intentaba convencerse de que, quizás, a él no le parecería mal la historia.

No había vuelto a leerla desde que la envió. Tal vez no fuese tan obvia como ella la recordaba. Echó los brazos al cuello a Peter. Quería decirle que lo lamentaba y que le amaba.

-Gracias -dijo-. Me encanta.

Tras esas palabras, lo llevó al dormitorio y le pidió disculpas del único modo que pudo.

Cuando llegó por fin la primera semana de marzo y Peter seguía sin saber nada de «Bomboncito de Miel», empezó a relajarse. En uno de los viajes, le dijo que no podían hacer el amor porque estaba indispuesta y no se sentía muy bien. Él llegó a su habitación después del entrenamiento, llevando consigo una cubitera con hielo en una mano, y una almohadilla eléctrica y un paquete de M&M's rellenos de maní en la otra.

-El entrenador me ha dicho que te diera esto -dijo entregándole la almohadilla eléctrica-. Y te compré los dulces que te gustan.

La noche que la encontró con el pijama de vaquitas estaba comprando M&M's con maní. Se había acordado. Ella se puso a llorar.

-¿Qué te pasa? -le preguntó Peter mientras volcaba el hielo sobre una toalla.

-Estoy un poco sensible y llorona -respondió ella, pero se debía a otra cosa mucho más importante.

Se sentaron juntos apoyados en la cabecera de la cama, y él colocó una almohada bajo su rodilla izquierda y puso encima de ésta el hielo.

-Te molesta la rodilla -dijo Lali, como tantas veces.

Se había tomado varios antiinflamatorios.

-Sólo la izquierda, en esta ocasión. Y sólo un poquito.

Sin duda era algo más que un poquito, pues había llevado el hielo. Durante la entrevista en su departamento le había dicho que su vieja lesión no le molestaba. Pero en aquel momento confiaba en Lali lo suficiente para permitirle comprobar lo que le había estado preguntando desde que se conocieron. Las rodillas le molestaban a veces. Ella se sentó a su lado y le cogió la mano.

-¿Qué pasa? -preguntó.

-Nada -contestó Lali.

-Conozco esa mirada, y sé que ocurre algo.

Ella intentó esbozar una sonrisa, pero no lo consiguió.

-¿Sabe alguien más que te molesta la rodilla?

-No. -La mirada de Peter se posó en la boca de Lali y después ascendió hasta sus ojos-. No se lo vas a decir a nadie, ¿no?

Ella apoyó la mejilla en su hombro.

-Tu secreto está a salvo conmigo, Peter. Nunca se lo diré a nadie.

-Lo sé, o no estaría aquí. -Le dio un beso en los labios, y ella se apretó contra él.

Tal vez su relación pudiera funcionar. Él confiaba en ella, y a pesar de que eso la hacía sentir un poco culpable, también le daba esperanzas por primera vez desde que habían empezado a estar juntos. Quizá no tuviera por qué acabar. Quizá Ken no siempre escogiera a una Barbie. Quizás al final, la escogiese a ella.

Continuará...

MAS QUE UN JUEGO-LALITERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora