capítulo 54

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-¿Cuándo podré sacarme la licencia de conducir?

Los dos adultos la miraron, entonces Peter se retrepó en su silla y Lali recuperó en parte la serenidad.

Capítulo 54:

-No eres lo bastante mayor.

-Sí lo soy. Tengo dieciséis años.

-Cuando tengas dieciocho.

-No, Peter. -Alelí bebió un trago de leche y dejó el vaso sobre el plato vacío-. Quiero un Volkswagen New Beetle. Puedo comprarlo con mi dinero.

-No podrás disponer de tu dinero hasta que cumplas veintiuno.

-Trabajaré -dijo Alelí, recogiendo su plato y sus cubiertos y llevándolos a la cocina.

-Hoy tiene uno de esos días -masculló Peter.

-Está enojada porque le has dicho que el jean le queda demasiado ajustado.

-Es que es así.

Lali cogió la servilleta y la dejó sobre la mesa.

-No creo que ése sea su problema. Candela le aconsejó que se comprara ese tipo de ropa.

-Ha sido muy amable de tu parte, y de la de tu amiga, pasar el sábado de compras con mi hermana -dijo Peter mientras ambos observaban a Alelí salir de la cocina y recorrer el pasillo camino de su habitación- No puedo imaginar nada peor. -Deslizó su mano bajo la de Lali y estudio sus dedos.

-Candela se encargó de todo. -Su mano parecía pequeña y pálida junto a la cálida mano de Peter, y de repente sintió una opresión en el pecho-. Yo no tengo ni idea de combinar los colores, por eso casi siempre visto de negro.

-Y a veces de rojo -dijo Peter. Muy despacio, recorrió con la mirada la muñeca de Lali, el brazo y el hombro hasta llegar a la boca una vez más. Se inclinó hacia ella, y con voz grave añadió-: Te queda muy bien el rojo. Pero creo que ya hablamos en una ocasión de ese pequeño vestido tuyo.

-¿El que te hipnotizó y te obligó a besarme? -preguntó ella, que de pronto sintió un nudo en el estómago.

-He llegado a la conclusión de que no fue el vestido, sino la mujer que iba dentro de él. -Le acarició la mano con el pulgar-. Tienes una piel muy suave.

Lali posó la mano libre sobre el estómago, pues sentía un poderoso cosquilleo en esa zona de su cuerpo.

-Soy una chica.

-Ya me he dado cuenta. Incluso cuando no he querido darme cuenta. En todo momento soy consciente de tu presencia, Lali, ya sea cuando vas sentada en la parte trasera del avión o del bus, o al entrar en el vestuario después del partido, dispuesta a enfrentarte con un puñado de tipos que son el doble de altos que tú...

-Probablemente porque soy la única mujer entre treinta hombres -dijo ella con una sonrisa nerviosa-. Resulta difícil no fijarse.

-Tal vez fue así al principio. -Él contempló su pelo y su cara-. Miraba alrededor y te veía, y me sorprendía una y otra vez, porque se suponía que no tenías que estar allí. -Bajó la vista-. Ahora te busco.

Aunque aquellas palabras le hicieron latir con fuerza el corazón, a Lali le costaba tomarlas en serio.

-Creía que no querías que viajara con el equipo.

-Es cierto. -Peter se puso en pie y comenzó a recoger los platos y le cubiertos-. Y sigo sin quererlo.

Lali recogió los vasos y lo siguió a la cocina.

-¿Por qué? Te dije que no estaba interesada en los chismes que contaba el libro. -Y no lo estaba. «Bomboncito de Miel» era una fantasía erótica. Su fantasía erótica. -Peter lo dejó todo en el lavadero y, en lugar de responder, vació de un trago el vaso de leche de Lali.-¿Por qué no quieres que viaje con el equipo? -preguntó Lali.

Peter clavó en ella sus ojos verdes mientras limpiaba con la lengua los restos de leche que le había quedado en el labio. Lali sentía que su respuesta era muy importante. Para ella. Porque, aunque deseaba que no ocurriera, y a pesar de lo mucho que se esforzaba por evitarlo, se estaba enamorando de Peter. Cuanto más se resistía, más empujaba la fuerza del amor.

-Me voy -anunció Alelí entrando en la cocina.

Por unos segundos Peter siguió mirando fijamente a Lali antes de voltear la cabeza hacia su hermana.

-¿Necesitas dinero? -le preguntó dejando el vaso en el lavadero.

-Tengo veinte dólares. Creo que será suficiente. -Alelí se encogió de hombros y se apartó el pelo del cuello-. Tal vez pase la noche en casa de Luz. Aunque tendrá que preguntárselo a su mamá.

-Sea como sea, avísame.

-Lo haré. -Alelí cerró el cierre de la casaca y se despidió de Lali. Mientras ésta miraba a Peter caminar junto a su hermana hacia la puerta, su vista se posó en el maletín y recordó para qué había ido al departamento de Peter. Tal vez se sentían atraídos el uno por el otro, pero eran profesionales y ella tenía trabajo que hacer. Sabía que no era su tipo de mujer, y además no quería enamorarse de un hombre que podría romperle el corazón como quien parte una barra de pan.

Fue hacia el sofá de la sala de estar. Abrió el maletín y sacó un bloc de notas y su grabadora. Lali no quería que le rompieran el corazón. No quería enamorarse de Peter Lanzani, pero cada latido de su corazón le decía que ya era demasiado tarde para dar marcha atrás.

Cuando él cerró la puerta una vez que Alelí hubo salido, Lali lo miró.

-¿Preparado para la contienda? -preguntó.

-¿Es la hora?

-Sí. -Lali sacó un bolígrafo de su maletín.

Fue hacia ella, cubriendo con un par de zancadas la distancia que los separaba. ¿Qué había en su manera de caminar hacia ella, en su manera de mirarla con aquellos hermosos ojos verdes, que la fundía de arriba abajo como si fuese de mantequilla?

-¿Dónde quieres que lo hagamos? -preguntó.

-Bueno, ésa es la cuestión -respondió él con una sonrisa cálida y sexy.

Continuará...

MAS QUE UN JUEGO-LALITERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora