La parte racional de su cerebro le dijo que cerrara la boca, que se vaya mientras pueda. Que siguiera caminando y deje atrás a Peter ahora que aún conservaba su dignidad. Lo malo era que ya había ido demasiado lejos como para escuchar a la parte racional de su cerebro.
Capítulo 30:
-¿Lo llamaste pedazo de tonto? -le preguntó Candela esa misma noche mientras las dos estaban sentadas en el sofá de Lali observando las llamas de la chimenea de gas tras los falsos troncos-. ¿Por qué no te soltaste el pelo y lo llamaste cabeza de chorlito también?
Lali gruñó. Habían pasado unas cuantas horas, pero seguía retorciéndose de vergüenza.
-Bueno basta -suplicó subiéndose los lentes sobre el puente de la nariz-. El único consuelo que me queda es que nunca más volveré a ver a Peter Lanzani.
Pero ni siquiera había pensado en poder olvidar el modo en que él había reaccionado: una especie de confusión seguida de risas. Lali había querido morirse en ese mismo instante, pero no podía culparlo por haberse reído de ella. Probablemente no lo habían llamado pedazo de tonto desde los 7 años.
-Qué mierda -dijo Candela antes de llevarse la copa de vino a los labios. Había recogido su pelo castaño en una cola de caballo y, como siempre, estaba preciosa-. Había pensado que podrías presentarme a Victorio D'Alessandro.
-¿Vico? -Lali meneó la cabeza y bebió un trago de su gin-tonic-. Siempre tiene la nariz rota y algún ojo morado.
Candela sonrió con expresión ensoñadora.
-Lo sé -dijo.
-Está casado y tiene una hija.
-Hummm, bueno, a algún soltero, entonces.
-Pensaba que estabas saliendo con alguien.
-Así es, pero no va a funcionar.
-¿Por qué?
-No lo sé -respondió Candela con un suspiro, y dejó la copa de vino sobre la mesita de café-. Gero es guapo y rico, pero taaaaaan aburrido.
Lo cual significaba que debía de ser bastante normal. Candela tenía un talento natural para engrandecer cualquier mínimo defecto.
-¿Quieres que veamos el partido? -preguntó Candela.
Lali negó con la cabeza.
-Para nada.
Le tentaba la idea de hacer zapping y ver cómo iba el marcador. Pero eso sólo haría que las cosas empeoraran.
-Tal vez pierda Alumni. Tal vez eso te haría sentir mejor.
En absoluto.
-No. -Lali apoyó la cabeza en el sofá tapizado con motivos florales-. No quiero volver a ver un partido de rugby nunca más.
Pero no era cierto. Quería estar en las cabinas de prensa u ocupando un asiento cerca de la acción. Quería sentir la energía, presenciar un partido, los tackles entre los jugadores, o a Peter haciendo un try perfecto.
-Justo cuando creía que estaba haciendo progresos con los chicos del equipo, me dan una patada en el culo. Les gané a Pablo y a Peter jugando a los dardos, y se me molestaron diciendo que llevaba lentes de lesbiana. Y esa noche ya no me llamaron por teléfono. Sé que no éramos amigos, pero pensé que estaban empezando a confiar en mí y a aceptarme. -Recapacitó durante unos segundos y añadió-: Son unos energúmenos.
Candela le echó un vistazo a su reloj.
-Llevo aquí un cuarto de hora y todavía no me has hablado de lo que realmente importa.
Lali no tuvo que preguntarle a su amiga a qué se refería. Conocía muy bien a Candela.
-Creía que habías venido a apoyarme, pero lo único que quieres es que te cuente historias del vestuario.
-Vine para apoyarte... -Miró a Lali y extendió un brazo sobre el respaldo del sofá-. Más tarde.
Ya no debía a los jugadores ninguna clase de lealtad, y además tampoco iba a escribir un libro sobre ellos.
-Está bien -dijo-, pero no es como crees. No era en plan un montón de cuerpos musculosos y yo la única mujer. Bueno, era así, pero tenía que mantener la mirada alta, porque cada vez que pasaba junto a un jugador, se quitaba los calzoncillos.
-Tienes razón -dijo Candela estirándose hacia su copa de vino-. No es como yo había imaginado. Es mejor.
-Hablar con un hombre desnudo si estás totalmente vestida es mucho más difícil de lo que crees. Están sudados y sofocados y no tienen ganas de hablar. Les haces una pregunta y ellos se limitan a gruñir en respuesta.
-Suena como si estuvieras hablando de los últimos tres hombres con los que he estado mientras hacían el amor.
-No es tan divertido como hacer el amor, créeme. -Lali meneó la cabeza-. Algunos sencillamente no me dirigían la palabra, y eso dificultaba en extremo mi trabajo.
-Sí, estoy al tanto de esa parte. -Candela asintió con la cabeza-. Pero dime, ¿Quién está más fuerte?
Lali recapacitó durante unos segundos.
-Bueno, todos están muy bien. Tienen piernas fuertes y torsos poderosos. Benjamín Rojas probablemente sea uno de los mejores, pero Peter Lanzani lleva una herradura tatuada en el vientre que te dan ganas de ponerte de rodillas y besarla para que te dé suerte. Y su culo..., simplemente es perfecto. -Se llevó el vaso frío a la frente-. Lo malo es que es un estúpido.
-O sea, que te gusta.
Continuará...