Contigo? ¿Como si fuese una cita? -preguntó como si Felipe se hubiese vuelto loco.
Él se ruborizó y Lali se dio cuenta de que no había sido un comentario amable.
Capítulo 35:
-No tiene por qué ser una cita -dijo Felipe.
-Sé que sonó mal, pero no es lo que parece. -dijo Lali, dándole una palmada en el hombro-. Sabes que no puedo tener citas con gente involucrada en Alumni. Provocaría más comentarios y chismorreos.
-Sí, lo sé.
Lali se sentía horrible. Probablemente él no había planteado una cita en toda regla, y ella lo había ofendido.
-Supongo que tendré que vestirme de gala.
-Sí, es una fiesta de etiqueta -dijo Felipe, mirándola-. Te enviaría una limusina, así no tendrías que conducir.
¿Cómo iba a negarse a algo así?
-¿A qué hora?
-A las siete. -El celular que colgaba del cinturón de Felipe empezó a sonar y él respondió a la llamada-. ¿Aló? -dijo-. Aquí. -La miró- ¿Ahora mismo? De acuerdo. -Colgó y volvió a colocar el aparato en el cinturón-. El entrenador Vázquez quiere que bajes al vestuario.
-¿Yo? ¿Por qué?
-No me lo ha dicho.
Lali metió el bloc de notas en el bolso y salió de la cabina de prensa. Llegó con el ascensor a la planta baja y recorrió el pasillo hacia el vestuario, preguntándose todo el rato si iban a despedirla otra vez; de ser así, en esa ocasión no se iba a morder la lengua.
Cuando entró en el vestuario, los jugadores estaban vestidos y listos para la batalla. Se encontraban sentados frente a sus casilleros escuchando al entrenador. Lali se detuvo al cruzar la puerta para escuchar cómo Nicolás Vázquez les hablaba de la debilidad de la segunda línea de Albatros y del modo de encarar a los jugadores. Miró al otro lado del vestuario, en dirección a Peter. Llevaba puestas sus protecciones y su camiseta con el símbolo rojo y blanco de Alumni. Tenía la mirada clavada en algún punto entre sus piernas. Entonces alzó la vista y sus miradas se cruzaron. La miró por un instante, después su mirada verde descendió lentamente por su blusa gris, pasó por su falda negra hasta llegar a sus baratos mocasines negros. Su interés no implicaba ningún tono sexual, era simple curiosidad, pero hizo que a Lali se le acelerara el pulso.
-Lali -la llamó Nicolás Vázquez.
Lali apartó los ojos de Peter y miró al entrenador, que se acercó a ella y añadió:
-Vamos, diles a los chicos lo que les dijiste el otro día.
Ella tragó saliva.
-No puedo recordar lo que les dije, entrenador.
-Algo de que no se bajaran los calzoncillos -intervino Agustín-. Y lo de que viajar con nosotros fue toda una experiencia.
Todos parecían tan serios que a Lali le dieron ganas de reír. Nunca había creído que fuesen supersticiosos hasta ese punto.
-Está bien, veré si lo recuerdo. Déjense los calzoncillos puestos, tengo algo que decirles y sólo me tomará un minuto. Ya no viajaré con ustedes, y quiero que sepan que hacerlo ha sido una experiencia que jamás olvidaré.
Todos sonrieron y asintieron, a excepción de Esteban Peluso.
-Dijiste algo de sincronizar la bajada de los calzoncillos. Me acuerdo de esa parte.