capítulo 29

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Caramba, iba a hacerla enojar otra vez. Pero ¿realmente esperaba ella que él la acompañara a comprar un vestido para fiesta de fin de año? ¿Como si fuera su novia? ¿Cómo podría molestarse por algo así? Ni siquiera le gustaba ir de compras con mujeres de su misma edad.

Capítulo 29:

Cuando Lali por fin se obligó a salir de la cama a la mañana siguiente, se puso ropa interior vieja y un buzo y llevó la ropa sucia a la lavandería. Mientras esperaba, abrió un ejemplar de la revista Pronto y se puso a leer.

No tenía que ir a ninguna parte ese día. No tenía que redactar ningún artículo con urgencia. No tenía que hacer nada relacionado con su trabajo hasta el partido de la noche siguiente. Compró una Coca-Cola en la máquina expendedora, se sentó en una silla de plástico, y disfrutó del mundano placer de observar cómo funcionaba la secadora. Extrajo la sección inmobiliaria del periódico local y estudió las casas en venta. Gracias a los ingresos suplementarios de las crónicas de rugby, había calculado que cuando llegase el verano habría ahorrado el dinero suficiente para pagar el veinte por ciento del precio de una casa, pero cuanto más buscaba más decepcionada se sentía. Con sus ahorros no se podía comprar gran cosa.

De camino a casa se detuvo en el supermercado para comprar la comida de la semana. Era su día libre, pero al siguiente Alumni se enfrentaban a Pucará. Jugaban local los jueves, sábados, lunes y miércoles por la noche. Tres días después de ese último partido, volverían a salir de viaje. De vuelta al avión. De vuelta a los autobuses y a dormir en hoteles.

Escribir la crónica de la derrota de Alumni contra CRAI fue una de las cosas más duras con las que había tenido que lidiar en su vida. Después de conversar y jugar a los dardos con los jugadores, se sentía como una traidora, pero tenía que cumplir con su trabajo.

Y Peter... Verlo sentado en el banquillo le había dolido más a ella. Mirando fijamente hacia delante, con el rostro inexpresivo... Se sintió mal por él. Y se sintió mal porque tenía que ser la que contara los detalles de lo ocurrido; pero, de nuevo, era su trabajo, y lo hizo.

Cuando llegó a casa, había un mensaje de Leonardo Castro en el contestador concertando una cita para la mañana siguiente en su oficina. Lali pensó que aquel mensaje no traería nada bueno respecto a su trabajo como cronista deportiva.

Y estaba en lo cierto. La despidió.

-Hemos decidido que lo más conveniente es que no sigas cubriendo los partidos de Alumni. Ignacio Pérez lo hará tu lugar hasta que Jorge pueda volver -dijo Leonardo.

Estaban echándola y dándole su puesto al acosador andante.

-¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

-Será mejor que no entremos en eso.

Alumni no había jugado los mejores partidos de la temporada la última semana, por no hablar del espectacular bajón de Peter.

-Creen que soy yeta, ¿no?

-Creemos que es una posibilidad.

Adiós a su oportunidad de escribir un artículo importante. Adiós veinte por ciento de su nueva casa. Y todo porque algunos estúpidos jugadores de rugby pensaban que les daba mala suerte. Bueno, no podía decir que no se lo hubieran advertido o que de cierta forma no se lo esperara. Aun así, haber estado sobre aviso no hacía que resultara más fácil asimilarlo.

-¿Cuáles son los jugadores que creen que les doy mala suerte? ¿Lanzani?

-No entremos en eso -insistió Leonardo, pero no lo negó.

MAS QUE UN JUEGO-LALITERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora