capítulo 46

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-¿Qué? -preguntó Peter.

Capítulo 46:

-¿Vas a concederme la entrevista esta semana?

Tal vez estuviera cansada, pero seguía trabajando. Mientras él pensaba en lo guapa que era y en la suavidad de su piel y sus experimentados dedos, ella pensaba en su trabajo. Mierda.

-¿Llevas sostén?

-¿Otra vez con lo mismo?

-Sí. ¿Por qué no llevas sostén como la mayoría de las mujeres?

-¿Y a ti qué te importa?

Peter bajó la mirada hasta el pecho de Lali, pero, por supuesto, no consiguió ver nada.

-Siempre tienes los pezones erizados, y eso me distrae.

Cuando alzó la vista hasta su cara, Lali había fruncido el entrecejo y su boca estaba abierta como si fuera a decir algo y hubiera olvidado las palabras para hacerlo. Las puertas del ascensor se abrieron.

-Parece que estás excitada todo el rato -añadió Peter manteniendo la puerta abierta para que ella pudiera sacar su maleta con ruedas. La confusión que evidenciaba su rostro era ya todo un clásico, por lo que él no pudo evitar reír-. No me digas que nunca te lo habían dicho.

-No. Tú has sido el primero. -Lali meneó la cabeza y se encaminaron juntos hacia el estacionamiento-. Otra vez te estás metiendo conmigo. Como cuando te ofreciste para mear en mi taza de café o me dijiste que ibas a un local de strip-tease.

-Lo del café iba en serio, y también lo que acabo de decirte. -Peter se detuvo ante la parte trasera de su camioneta.

-Bueno, muy bien -dijo Lali mientras seguía caminando hacia su auto, estacionado unos cuantos lugares más allá de la camioneta de Peter.

Él dejó su equipaje en el asiento trasero de la camioneta y la miró. Tenía la maletera del auto abierta, y resoplaba intentando meter aquella enorme maleta. Peter recorrió el espacio que los separaba, haciendo que el golpeteo de sus zapatos resonara en el estacionamiento casi vacío. Al oír el sonido de sus pasos, Lali levantó la vista. Las luces del garaje proyectaban profundas sombras en el rincón donde había estacionado el auto. Un mechón de pelo le caía sobre un ojo y ella volvió a colocarlo en su sitio. Tenía los labios ligeramente separados y parecía algo agitada.

-¿Necesitas ayuda? -preguntó Peter.

Ella señaló la maleta, aún en el suelo.

-¿Puedes darme una mano? Anoche compré unos libros y este cachivache pesa demasiado.

Peter introdujo la maleta en la maletera sin dificultad.

-Gracias. -Lali metió también la computadora y el maletín, después cerró la maletera.

-De nada.

-¿Te dijo Alelí que hemos quedado el sábado? -preguntó Lali mientras se dirigía al asiento del conductor.

-Sí. -Él la siguió y le quitó las llaves de la mano. Abrió la puerta y añadió-: Parecía muy ilusionada.

Ella estiró el brazo y él dejó caer las llaves en la palma de su mano.

-Me alegra que lo digas. No hemos hablado desde hace algún tiempo y no sabía si te parecería bien el plan.

Peter bajó la vista desde su pelo, pasando por sus ojos y su nariz, hasta la curva de su labio superior.

-Sí, hemos hablado -dijo.

-Tal vez no lo sepas, pero llamarte pedazo de tonto y que tú me atosigues con lo del sostén no es considerado hablar. -Lali hizo una mueca con la boca-. Al menos, no se considera hablar si estás fuera de un vestuario.

Peter volvió a mirarla a los ojos y se preguntó si estaba intentando ridiculizarlo. Sospechaba que sí.

-¿Qué quieres decir con eso, linda?

Ella se cruzó de brazos y dio un paso atrás.

-Creo que los dos lo sabemos.

-Sólo soy un estúpido jugador de rugby, así que ¿por qué no lo repites más despacio para que pueda captarlo?

-Nunca he dicho que seas estúpido.

Él dio un paso hacia ella, por lo que Lali tuvo que alzar la vista otra vez.

-Pero lo haces de forma implícita, Lali. No soy tan estúpido como para no darme cuenta.

Lali dio otro paso atrás.

-No quería dar a entender que fueses estúpido.

-Sí lo querías.

-De acuerdo, pero no creo que seas estúpido. Eres...

-¿Soy...?

-Rudo.

Él se encogió de hombros.

-Eso es cierto.

-Y me dices cosas que no resultan apropiadas.

-¿Cómo qué?

-Como que parece que siempre esté excitada-.Lo parecía- Nunca me dirías algo así si fuera hombre.

Estaba en lo cierto, pero si un hombre estuviera excitado, Peter no se daría cuenta. Ahora bien, lo que le sucedía a Lali sí podía notarlo.

-Lo tendré en cuenta.

Lali retrocedió otro paso y su espalda topó con la pared.

-Eres un engreído -dijo-. Siempre consigues todo lo que quieres y haces lo que te da la gana.

Estaba hablando de la entrevista otra vez.

-Todo no. -Se acercó a ella y puso las manos a los lados de su cabeza, sobre el frío hormigón de la pared-. Algunas de las cosas que quiero no son nada buenas para mí. Así que tengo que prescindir de ellas.

-¿Cómo qué?

-La cafeína. El azúcar. -Le miró los labios-. Tú.

-¿Yo?

-Definitivamente, tú. -Deslizó la mano hacia su nuca e inclinó la cabeza hasta posar los labios sobre los de Lali-. Contigo no he podido hacer lo que me daba la gana -añadió, y la besó, porque no parecía poder evitarlo.

Continuará...

MAS QUE UN JUEGO-LALITERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora