CAPÍTULO 2

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Nos ocupó muy poco tiempo cruzar Titaguas y, al hacerlo, supimos que nos quedaban pocos kilómetros para alcanzar nuestro destino, lo único malo era que el sendero que teníamos que seguir era estrecho y no estaba asfaltado, cosa que no me gustaba a la hora de conducir, prefería las grandes y anchas carreteras.

Todo lo que se veía alrededor era tierra, campos desiertos y algunos árboles que no sabría decir que especie eran, al fondo se veía un monte y supuse que sería nuestro destino.

          —Tenemos que dejar aquí el coche y seguir a pie. —Les comenté a las chicas dejando el coche aparcado. Habíamos tardado bastante más tiempo del indicado por el GPS en llegar hasta este lugar, pero como había mencionado, no me gustaba conducir en caminos angostos y mucho menos si eran de tierra, el coche podría patinar en alguna curva y pensar eso me daba escalofríos.

Una a una fuimos cogiendo nuestras cosas, caminamos unos kilómetros buscando una zona despejada para poder montar la tienda de campaña, ésta estaba acondicionada para cinco personas, por lo que la inesperada unión de una persona más no era problema.

          —Dani, déjalo, no tienes ni idea —Varios intentos fallidos montando la tienda, hicieron que mi amiga me echase de ahí, no sabía montarla y eso estaba frustrando a mi amiga—. Mejor idos Katy y tú a buscar ramas y troncos para encender una hoguera, Karla parece que sí que puede ayudarme —Katy asintió con la cabeza y yo bufé, en vez de echarme debería enseñarme. Además ¿Por qué ella se tenía que quedar junto a Karla? deberíamos haber cambiado de parejas, pero, en fin, no iba a decirlo en voz alta.

          —Vale, no tardaremos —dije con una sonrisa, aunque no estaba demasiado emocionada.

Poco tiempo después encontramos un lugar donde ya habían amontonadas varias ramas, genial, esto facilitaría el trabajo.
          —¿Seguro que no os molesta que Karla haya venido? Me parecía que estabais muy calladas de camino, lo siento si os ha molestado que haya avisado con tan poco tiempo… —Haciendo un gesto con la mano la callé, no quería que pensase en ningún momento que la presencia de Karla nos molestaba, es más, a mí me encantaba que se nos hubiese unido.

          —De verdad que no pasa nada, no lo pienses más y olvídalo, no nos molesta en absoluto, pero sabes que no soy muy abierta con personas que no conozco hasta que cojo confianza.

           —Vale… —Me dijo no muy convencida con mi respuesta.

Después de aquella corta conversación volvimos donde las demás con las manos llenas de ramas y algunas hojas secas que ayudarían a encender el fuego más rápido. Las otras dos chicas ya tenían la tienda lista para usarla y estaban metiendo nuestras cosas en ella.

          —¿Vamos a dar un paseo? —preguntó mi amiga, todas respondimos afirmativamente y comenzamos la marcha, sin embargo, no teníamos mucho tiempo y no pudimos observar toda la zona, ya que pronto anochecería y aún faltaba prender la hoguera. Lo que sí que pude apreciar fue la completa paz y tranquilidad que desprendía el sitio, casi todo el trayecto lo hicimos en silencio para no romper aquel sentimiento.

La noche era bastante fresca y solo habíamos traído ropa de manga corta, por lo que en cuanto encendimos el fuego, todas nos acercamos para calentarnos.

Nos pusimos a cenar y todas contábamos historias nuestras, ya sean cosas que nos habían pasado en el trabajo o alguna escapada que hubiésemos hecho. La mayor parte del tiempo me dediqué en observar a la castaña, la luz del fuego se reflejaba en sus ojos, que a estas alturas con la oscuridad no se podía apreciar el color, pero se veía bien de esta manera.

          —Creo que me voy a ir a dormir —Mi amiga se levantó y se sacudió el polvo de los pantalones cortos que llevaba—. Ha sido un día largo y mañana me gustaría salir temprano a cotillear la zona.

InfectedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora